Visita de Rutina [Priv. Vash]

Elizabeta recogió todas sus cosas, tomando también una carpeta con el papeleo del paciente al que le tocaba visitar y salió tarareando una vieja canción húngara de la sala de enfermeros. Era el primer paciente del día, y por algún motivo se sentía particularmente animada, saludando amablemente a todo aquel conocido que se encontrara por los pasillos, que no eran pocos.

Revisó el expediente que traía entre manos mientras se detenía por un café, sorprendiéndose un poco al notar que el nombre no le era familiar. Avanzó a otra página, buscando una imagen, y por fin lo localizo en su memoria. Era uno de esos pacientes tranquilos y que no solían hacer muchos comentarios, tal vez por eso no sabia su nombre.

— Vash Zwingli… — fue repitiendo en todo el camino hasta el ala de las habitaciones. Era un apellido curioso, probablemente no era un pueblerino.

Buscó con la mirada el número de habitación del chico y sonrió al encontrarla al fin. Tocó un par de veces antes de girar el pomo y abrir la puerta.

— Buen día, Vash — dijo con una sonrisa mientras la volvía a cerrar y se acercaba a una mesa para dejar sus cosas.

El rubio se encontraba en una cama, había tenido demasiado tiempo para pensar acerca de todo y era ese tiempo el que lo estaba volviendo loco paulatinamente, ¿qué se suponía qué iba a pasar con él?

Ah, por eso odiaba a los doctores, nunca decían nada, nunca explicaban nada a menos que no hubiese de otra. A menos que el paciente estuviese a segundos de morir, lo había visto.

Cuando escuchó que abrían la puerta se estremeció ligeramente y miró hacia el umbral, por la forma de vestir de la mujer y la sonrisa que adornaba su rostro era obvio que era una enfermera, los doctores no se tomaban la molestia de hacer visitas. Al menos no en Schweiz.

Se le quedó mirando e hizo un asentimiento de cabeza. No estaba de humor para que le saludasen.

- Buen día - se limitó a decir sin muchos ánimos.

Él se sentía bien, esperaba a que la joven le dijese que todo había sido un cruel malentendido y que podía irse, de verdad que quería irse, su hermana debía estar sola, llorando o muriendo de hambre, debía ir y protegerla de todo. Era tan tierna, no podía mantenerse por ella sola. Nunca había podido.

La bolsa que trajo y el envase semi vacío de café caliente yacían sobre una mesita auxiliar y el estetoscopio hacia de adorno alrededor de su cuello, aunque dudaba que tuviera que utilizarlo con ese paciente, aunque nunca se sabia. Siguió tarareando muy bajito la canción, que resultaba ser una sonata típica para poner a los niños a dormir, mientras revisaba el expediente del suizo y anotaba mentalmente las cosas que le diría y las que era mejor guardarse.

Puso la carpeta sobre la mesa junto a lo demás, y se acerco mas a la cama, tratando de llamar la atención del rubio.

- Como estas? Dormiste bien? Espero que si. Y si es lo contrario, tengo la solución - sonrió y busco en el bolsillo delantero de su uniforme un frasco de pastillas, extendiéndolo hacia el - Cuando te sientas mareado o mal, tomate una con un vaso de agua o de leche. Oh, seria mejor que te tomaras una ahora.

Dejo el frasco sobre la cama y se giro para buscar un vaso con agua, poniendo de paso una silla al lado de la cama. Se sentó y le paso el vaso al chico, volviendo la sonrisa en un suspiro.

- Lamento estar hablando tanto, en verdad. Juro que no siempre soy así - y no pudo evitar volver a sonreír.

Ante todas las indicaciones se sintió cohibido. ¿Qué se suponía que significaba eso? ¿Significaba que se iba a sentir mal? ¿Significaba que se quedaría más tiempo en ese lugar?

¡Tenía tantas dudas!

- Uh - articuló, claro lo estaban drogando, las drogas eran la solución a todo en la actualidad. Bueno, no sabía mucho de medicina, así que de nada importaba saber qué tomaba. Se tomó la pastilla con ayuda del agua y después le extendió el vaso. Obviamente que estaba bien, se sentía de esa forma. ¿Qué dirían sus análisis?

- Ah, no te preocupes... - murmuró. No pudo corresponderle a la sonrisa -, ¿cuándo podré salir de aquí?

Ya lo había hecho, esa era la pregunta que más curiosidad le causaba, la que más le interesaba saber y la que lo mantenía tan paranoico.

Alzó los brazos, quería salir, la mayor parte del tiempo se la pasaba en esa horrible habitación y por las noches sentía que alguien entraba en ella, seguramente eran enfermeras.

La sonrisa se desvaneció y estiro el cuello hacia atrás, suspirando un poco antes de tomar el vaso y volver a mirarlo, con una expresión seria. En la cara del suizo estaba el claro deseo de salir, probablemente de volver a su tierra con sus seres queridos... Hubiese sido mas fácil si fuera un niño. Alguna mentirita blanca hubiera bastado para mantenerlos quietos unas semanas. Pero el joven delante de ella era un adulto, merecedor de toda la verdad.

- No puedo decirte eso con exactitud, pero los doctores necesitan que te quedes aquí algún tiempo para monitorear tu estado y los posibles avances que tenga tu condición - se imagino la confusión dentro de su cabeza, así que siguió hablando - Supongo que tu doctor ya te habrá dicho que padeces anemia crónica, la cual es una enfermedad delicada. Aquí solo queremos que salgas lo mejor posible, no solo bebiendo cierta pastilla en cierta ocasión.

Intento sonreír, pero le salio una mueca un tanto vacía. A pesar de su profesión y el tiempo que llevaba en ella, siempre que tenia que hablar con un paciente sobre la enfermedad que padecían, le era muy difícil. Estaba consciente de que la medicina hacia todo lo que podía, pero habían tantas enfermedades terminales y tantas personas que se merecían vivir hasta donde la edad les concediera... Ella tenia ganas inmensas de ayudar, pero algunas veces solo se podía observar.

- Pero prometo que no sera un tiempo muy largo. Pronto estarás en casa y sera como si nada hubiese pasado - agrego, la sonrisa ahora mas sincera.

- Ja, me lo han dicho y yo supongo que sabiendo qué me pasa podrán sacarme lo más rápido posible - objetó. Ese era el procedimiento con el que estaba familiarizado -, después del diagnóstico sigue el tratamiento y después de eso me pueden sacar, no sé para que me retienen a menos que quieran experimentar conmigo. No soy de los pacientes que recaen con el tiempo.

Era de los pacientes impacientes, lo que más le entristecía era que nadie hubiese ido a dónde él para visitarlo, ¿dónde estaba su hermana? ¿No la dejarían pasar? No iba a preguntar porque parecería un desesperado o demasiado triste y él no estaba deprimido, estaba sólo un poco triste.

- Sólo me he sentido mal un par de veces, no es para tanto - dijo en forma de replica. La miró. No parecía feliz, ¿quién sería feliz mirando a personas a punto de morir...?

Sólo las personas fuertes y preparadas mentalmente podían hacerlo.

Aunque quizás sólo le afectaba el cansancio. Trabajar en el campo médico debía ser horrible, a él nunca se le ocurriría, prefería estar tranquilo y en casa, sin tener que fingir amabilidad cuando en realidad quería mandar todo al demonio.

Suspiró.

- Bueno, eso espero.