Terapia~ [Privado Martín][R+18]

Tímidamente comenzó a imitar los mimos movimientos que yo hacía con mi lengua pero con la suya. Intenté guiarlo aunque era algo difícil dada la excitación que aumentaba potencialmente a medida que seguía acariciando mi rizo y yo el suyo.

Froté mi cadera contra la de él y seguí besándolo, gimiendo en el beso y sosteniéndolo contra mí para que no se cayera. Me puso como loco el escucharlo gemir en voz más alta al tocar su rizo, y me hizo acariciarlo con un poco más de soltura, aunque paré en el momento justo antes de que se vuelva loco… más.

Un susurro mezclado con un gemido, y mi nombre. Sin tiempo a responder, volvió a unir nuestros labios. Bajé mis manos y las dirigí tímidamente a su trasero mientras en el camino acariciaba su piel por sobre sus ropas. Gemí al apoyar mis manos en sus nalgas pero en ese momento noté que se separaba de mí. ¡No! ¡Ahora no que estoy re al palo y va a ser incómodo! Carajo…

-¿E-estás bien Feli?- le sonreí y acaricé su mejilla tiernamente. -¿Querés que paremos?- todo lo decía en un susurro muy cerca de él para que me escuchara –Porque yo quiero seguir…- besé su mejilla y luego sus labios suavemente, porque decidí darle espacio para que me respondiera.

Las manos del italiano sólo se limitan a acariciar el cabello del argentino, tal y cómo este lo había pedido, mientras que aún seguía confiando todo su cuerpo a los brazos del muchacho.

Luego, el rubio por fin deja de manosear su rulo, logrando que Feliciano pueda recuperar un poco la compostura, aunque muy poco, ya que ahora y después de tanto estímulo capilar todo su cuerpo estaba sensible. Podía sentir las caricias sobre su ropa, en su espalda y en su trasero. Y no podia negar que le gustaba y mucho. Pero con las manos del chico ahora simplemente tocando sus nalgas, no podría sostenerse con propiedad sin caerse, así que vuelve a rodearle el cuello con los brazos para sostenerse.

Asiente a la primer pregunta y luego niega a la segunda, ladeando la cabeza para que lo acaricie y bese a gusto. - Nee... - Lo mira con los ojos entreabiertos - Yo también quiero que sigas... - le susurra, despacito, y luego besando su mejilla un par de veces. -... Ve... Y cómo seguimos...? - Pregunta de repente, cortando uno de los besos que le da.

Parecía haberse calmado un poco luego de que dejé de tocar su rulo, pero ahora mis manos estaban en su trasero y lo sentí caerse por poco si no me hubiera rodeado el cuello. Masajeé un poco ese hermoso culo que tenía y me morí el labio inferior. Me miraba con esos ojitos entreabiertos y me moría de ternura. Y yo no soy de morirme de ternura. Pero este chabón… Dios…

Así en voz baja me confesó querer seguir. “Seh, ésta es la mía” pensé. Lo acerqué más a mí haciendo presión con mis manos en su culito y de esa manera nuestras cinturas –y nuestros bultos- se chocaron suavemente. Cerré los ojos sintiendo los pequeños besos que me daba en la mejilla y luego me preguntó cómo seguir. Sonreí de lado.

-Ahora…- gemí al sentir su bulto contra el mío -…dejame…- desabroché los botones de su camisa despacio hasta que estuvo completamente desabrochada y besé su pecho múltiples veces, succionando luego y haciendo círculos con mi lengua alrededor de sus tetillas. Luego subí por su cuello hasta llegar a su boca. Volví a frotar nuestras caderas mientras lo besaba profundamente y mis manos siguieron masajeando su trasero. En un susurro cerca de su oído le dije –Ahora haceme vos lo mismo- y luego lamí el lóbulo de su oreja.

Sentía como sus entrepiernas eran distanciadas únicamente por el contacto de sus ropas. Se sentia bien, pero en cierto punto. Está muy exitado, por lo que también duele un poco, pero no como para arruinar el momento.

El mayor comienza a desabrocharle la camisa, mientras el italiano lo sigue con la mirada. Está todo sonrojadito, pero no por vergüenza, ya que está más que claro que desnudarse en frente de otros es una actividad hasta normal.

- Ahh... Martín... - susurra, siguiendo con la mirada a lo que el chico hacía con su pecho - Ve... Eso me gusta mucho... - dice largando un gemido ahogado al final, en el momento en que la lengua argentina juega con sus pezoncitos italianos. Se arquea un poco hacia atrás, aceptando complacido cada beso que iba depositando por su pecho y cuello. Y de no ser porque está firmemente aferrado al cuello ajeno, seguramente hubiera terminado tirado en el piso.

Asiente a las palabras del rubio, estremeciendose con esa lamida en ese nuevo lugar. Por unos momentos hasta llega a pensar que el argentino está saboreandolo para comerselo, aunque eso sería ridiculo. Más porque ahora él pedía que le hicieran lo mismo.

Aún con un brazo posado sobre el hombro del enfermero, ya que era conciente que su capacidad para mantenerse de pie en esos momentos no era demasiada, usa su mano libre para abrir botón a botón la camisa que el otro llevaba puesta.

Tiene un pecho realmente bonito, y se ve suave y terso, si daban ganas de besarlo, así que simplemente lo hace.

Besa el pecho contrario suave y dulce, y le gusta mucho hacerlo... Además se siente bien al tacto de los labios, por lo que da hasta gusto hacerlo. Besa también los pezones del argentino, dando pequeñas lamidas de tanto en tanto, como sin terminar de animarse a imitar completamente lo hecho por Martín anteriormente, pero después de un par de veces si lo hace.

Sube entre besos hasta el cuello del rubio, pegando ambos pechos y besandolo despacio y delicado. - Ve... Así estuvo bien...? - Pregunta un poco inseguro, esperando no haber hecho nada mal.

Besaba, lamía y succionaba sus pezones mientras lo mantenía entre mis brazos. Sentí cómo se me entregaba y me encantó. Saboreé su pecho y cada uno de sus pezones. Nunca me había comido a un italiano y éste estaba para chuparse los dedos… o chuparle otra cosa pero eso sería más adelante.

Lo dejé que se tomara su tiempo para desbrochar mi camisa y lo mantuve conmigo. El sentido del equilibrio de ese chico dejaba mucho que desear, pero bueno en ese momento claramente no importaba. Además yo lo podía tener. Capaz de última terminábamos los dos sobre el sillón de living… o quizás lo haríamos sobre esa mesada. Nunca la había hecho en una mesada… mi divague fue interrumpido cuando sentí sus pequeños y dulces besos en mi pecho acompañado luego por sus lamidas. Esa lengüita era espectacular, era suave y dulce por donde sea que estuviera. Gemí y tal como hizo él anteriormente me le entregué dejando que me comiera a su gusto.

Subió luego y me besó. Esos besos tan suaves y delicados, me encantaba, este tipo ya me encantaba. Rodeé su cintura con mis brazos y lo besé más profundamente mientras sentía cómo nuestros pechos se juntaban –Estuvo excelente…- gemí. Con un hábil movimiento terminé de sacarle su camisa y luego la mía. Acaricié su espalda cuando ambos estuvimos con el torso desnudo y mis manos fueron bajando a su trasero. Una quedó allí y la otra se dirigió al bulto entre sus piernas. Lo acaricié suavemente -¿Te gusta esto?- le pregunté con un tono lascivo en mi voz. –Decime hermoso, ¿Qué te gustaría hacerme?- pregunté sin dejar de acariciar su entrepierna.

Corresponde, esta vez más confiado a recorrer la lengua de Martín con la suya propia. Era una sensación deliciosa. Sonríe además durante el beso, al saber que lo que había hecho estaba bien. Eso era bueno, aunque no realmente sorprendente, ya que el italiano es de aprender rápido y bien. Pero de todas formas lo hacía feliz.

Se separa unos pocos momentos del chico, sólo para terminar de deshacerse de ambas camisas. Definitivamente así estarían más cómodos. ¿Por qué no se le había ocurrido antes? Bueno, quizás el hecho de que no era hora de la siesta le había hecho parecer innecesario desnudarse. Normalmente la ropa se quita para bañarse, o irse a la cama. También cuando hacía calor, como en esos momentos... Seguramente había una conexión especial entre el argentino y él. Es decir... Por algo también dónde sea que lo tocara lo sentía tan bonito.

Incluso cuando lo toca justo ahí, justo en la entrepierna, dónde se encontraba su aparato reproductor (?). Incluso ahí se siente muy bien que lo toque y que lo acaricie. Gime un poquito cuando eso pasa, y asiente a las palabras del mayor. - Ve... Si...-

Lo mira un poco indesiso ante la siguiente pregunta. No tiene idea de que podría hacer, y le da pena no saberlo. Maldita sea ¿Quien lo manda a ser tan torpe? Se vuelve a abrazar a él, escondiendo su rostro en el cuello del rubio. - N-no lo sé... ve... Quiero hacer algo que te guste...

Continué besándolo y… wow… este chico aprendía rápido. Eso me gustaba. Quizás si le enseñaba lo que me gustaba podría hacerlo sin problemas, dado que hace un rato no sabía cómo besarme y ahora su lengua estaba como loca. Nos despojamos de nuestras camisas y me respondió levemente al toque de su entrepierna el cual aumenté en intensidad.

Cuando le pregunté qué quería hacerme se mostró inseguro sin saber bien qué responder…. Estaba casi seguro que ese chico era virgen. Lo cual me excitaba de sobremanera. ¿Sería yo su primero? ¿Ahora y acá? Bueno entonces lo haría lo más especial que pudiera dadas las condiciones que no eran malas. Estábamos en un departamento solos y a nuestras anchas. Era genial de hecho.

-Te voy a enseñar lo que me gusta- le susurré y nos giré para que él quedara apoyado contra la mesada. Abrí el cierre de su pantalón y deslicé mi mano por dentro de su ropa interior masajeando su miembro. Lo besé brevemente y decidí provocarlo acariciando levemente su rizo, y con besos fui bajando por su torso hasta llegar a su entrepierna y ponerme de rodillas. –Presta atención- dije antes de descubrir su pene. Lamí su largo y luego me centré en la cabeza haciendo círculos con mi lengua y luego besándolo. Despacio me lo fui introduciendo en mi boca hasta que estuvo completamente dentro de mí y comencé a moverme haciendo que entrara y saliera.

-Si. - Dice sonriendole suave. La idea de que le enseñara algo que luego podría hacer feliz a Martín.

Apoya las manos sobre la mesada para mantenerse en pie. Dios, era tan torpe seguramente su trasero resbalaría y terminaría en el piso.

Sigue con atención lo que el chico hace con sus manos. Se pone un poco incómodo cuando abre su pantalón y seguido de eso cuando comienza a acariciar su miembro... Pero se siente tan bien, parecido a cuando tocaban su preciado rizo. Que a propósito, estaba siendo tocado nuevamente. Dios... ¿Por qué no se había encontrado con alguien que hiciera todas esas cosas tan agradables antes? Bueno, quizás el hecho de tener a su abuelo encima de él constantemente ayudaban a eso.

Trata de controlar un poco su respiración mientras el argentino baja entre besos hacia su entrepierna y queda de rodillas frente a él. ¿Que es lo que está haciendo...? ¿Por qué descubre a Venecia (?)? ¿Va a llevarselo a la boc...? -A-ahh... - Gime alto, tomandolo de los cabellos tratando de alejarlo un poco. Dios, se sentía tan bien que creía que iba a morirse si no se detenía aunque sea unos momentos. Pero el rubio es bastante insistente, y para colmo, trabajaba de manera lenta, cosa que hacia que las sensaciones que el chico estaba obsequiandole sean aún más intensas.

-Ahh... Martín... Martín... - Se escucha suplicante, casi es más de lo que puede soportar - Por favor... ve... Detente... un poco... - Dice ya casi temblando de placer, pero sin quitar las manos de la mesada. Ahora si está seguro de que si se suelta caerá desplomado.

Sus gemidos iban en aumento a medida que bajaba por su torso y eso me encantaba. Lo quería comer entero y quizás fui un poco apresurado al meterme su miembro entero en la boca sin más, aunque fui suave… Sus manos tomaron mis cabellos y pasaron muy cerca de ese rizo por lo cual aumenté un poco la intensidad. Pero luego sentía que me decía que me detuviese. ¿Acaso no le gustaba? ¿O sería que el placer que estaba recibiendo era demasiado? Bue, si nunca se la habían chupado antes puede ser, aunque eso no quitaba el hecho de que ese italianito era muy sensible.

Me detuve lentamente sacando su pene de mi boca y besé el largo. Volví a subir. –¿Qué pasa hermoso?- le besé -¿No te gustó? Perdoname..- lo abracé y besé su cuello, y su pecho nuevamente, succionando sus pezones que sabía que le gustaba. Volví a subir entonces y lo miré a los ojos acariciándole la mejilla. -¿Fui muy bruto? Perdón che…- le sonreí para que se calmara. Eso había funcionado antes -¿Querés… querés intentarlo conmigo?...- le pregunté muy tímidamente.

Ahoga un último gemido cuando Martín finalmente desprende la boca de su meimbro. Cabe aclarar que... tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no correrse en la boca del argentino.

Se abraza a él a penas lo tiene de frente nuevamente, correspondiendo a su beso. Ahora tenía un sabor un poco más extraño... Normal, sus partes privadas habían estado en la boca del mayor, no podía esperar que tuviera un sabor normal.

Niega con la cabeza ante la pregunta. -Vee... no... S-si me gustó... - murmura, para luego volver a gemir cuando volvió a chupar sus pezones. - No lo fuiste, ve... - susurra, cerrando los ojos, pero no como siempre lo hacía, sino, con gesto relajado, gracias a las caricias. -E-es que... Ve... Se sintió tan bien que... casi no lo aguanto... - le confiesa, besandolo despacio sobre los labios.

-Ve... Si tu quieres que lo haga, entonces lo haré - Le dice sonriendole nuevamente, separandose de la mesada para que el mayor pudiera tomar la posición en la que estaba él antes.

Al ya estar sus poses intercambiadas, va bajando entre besos por el pecho del argentino, hasta quedar de rodillas frente a él. Era una posición más cómoda, por lo menos se aseguraba de estar más firme en el suelo.

Abre el cierre del pantalón del rubio, para luego bajar su ropa interior con ambas manitos, exponiendo el miembro del chico.

Mantiene aferradas las manos al elastico del calzoncillo, acercandose y dando pequeñas lamidas al miembro, desde la base hasta la punta, como queriendo tantear con cuidado su sabor. Tiene un gusto un poco raro, no era como el resto de la piel del mayor, pero aún así decide continuar. Lo lame esta vez a lo largo y sin interrupciones, para finalmente llegar a la cabeza e imitar las lamidas en círculos que había hecho él antes con su propio miembro. Luego de un rato de juguetear así, decide llevarselo completamente a la boca, moviendo la cabeza despacio, y abriendo lo más grande posible para no lastimarlo con sus dientecitos~

Me alivió que me haya dicho que le había gustado. Como había pensado, había sido tan intenso para él que no había aguantado. Por supuesto que era eso. Dios, lo sé todo. Noté también que diferenció el sabor en mis besos por haber tenido su miembro en mi boca, pero no pareció molestarle. Le sonreí, mordiéndome el labio inferior cuando me dijo que haría lo mismo y correspondí ese pequeño beso.

Empezó a bajar por mi torso e imitó cada uno de los movimientos que yo había hecho anteriormente. Sentí un gran alivio cuando sacó mi pene de mis calzoncillos y lo tuvo en frente de su cara. Miré hacia abajo. No iba a perderme un segundo de ese espectáculo. Lo lamió repetidas veces con esa lengua tan suave y tersa que tenía. Se podía notar su virginidad hasta en su boca… ok me estoy yendo al carajo. Pero es verdad, alguien más experimentado no suele ser tan suave… por lo menos no en mi experiencia.

Se lo metió luego en la boca y me hizo gemir como un condenado. Me encantaba. Acaricié sus cabellos siguiendo el ritmo que estaba manteniendo –Sí… Sí, Feli así… Aah…- gemía a medida que chupaba y lamía mi miembro. –Más… Más, Feli…- le pedí entre gemido y gemido mientras movía mis caderas al son de su boca.

Se estremece un poco al escucharlo gemir, y la verdad hasta se siente un poco halagado. Teniendo en cuenta que él mismo estuvo gimiendo de esa manera por las cosas que Martín estaba haciendo con él, sólo podía significar que estaba haciendo las cosas bien.

Se separa, de tanto en tanto para poder respirar. No sabe si es porque su boca es muy pequeña, o el miembro del mayor es más grande, pero tiene que darse esos intervalos para no morir ahogado. Aún así, se niega a dejar desatendida a la masculinidad del argentino, por lo que da varias lamidas con toda su lengua sobre la punta, aprovechando a respirar con la boca abierta.

Le gustaría poder tomarse más tiempo descansando, pero Martín pedía por más cada vez, y también acompañaba al pedido con el movimiento de sus caderas. Bien, a el rubio le gustaba, y a decir verdad, el hacer eso no era tan desagradable. Él también disfrutaba haciendoselo.

Levanta unos momentos la vista para mirarlo, si le daba curiosidad ver la cara de Martín, para confirmar que realmente le estaba gustando. A juzgar por sus gestos, supone que sí, así que vuelve a bajar la vista, esta vez abrazando la cintura del muchacho y dejando entrar lo más posible el miembro dentro de su boca. Esperaba que eso también le gustase.

Paraba por momentos para tomar aire porque seguramente se estaba ahogando. Estaba bien, aprendía rápido. Inclusive cuando tomaba aire no dejaba de estimularme lamiendo la punta de mi pene con toda su lengua. Dios, me estaba matando y me encantaba.

Nuestras miradas se cruzaron por un momento en el que él levantó la vista y no por eso dejé de demostrar todo el placer que sentía en mi rostro, incluso mis mejillas estaban ruborizadas y mis gemidos seguían saliendo de mi boca. Acaricié sus cabellos y luego noté que me abrazó por la cintura y se comió todo mi miembro de una. –¡¡Aaah!!... ¡¡Feli por Dios!!- dije en un tono de voz algo más alto y embestí una vez, dos veces dentro de su boca. Si no me controlaba lo haría ahogarse, y además no quería correrme aún.

-Vení…- lo levanté por el mentón y lo sostuve conmigo. Lo besé profundamente mientras con una mano tomaba ambos penes y los frotaba el uno contra el otro, masturbándolos juntos. Bajé y lamí y mordí su cuello levemente. –Feli… ¿A vos… nunca te hicieron el amor?- le pregunté entre gemidos de lujuria, y luego dejé nuestros penes juntos manteniendo la fricción entre ellos con el movimiento de nuestras caderas mientras mis manos se dirigieron a su trasero ya sin ropas y lo agarraron fuertemente. Sí, soy posesivo ¿Cuál hay?

Se separa luego de que el argentino se lo permite, tosiendo un poco por las embestidas recibidas en su boca y garganta. Eso había sido brusco...

Pero el rubio se disculpa de buena manera, volviendolo a llevar con él y besandolo. Tarda un poco en corresponder de la misma manera puesto que... Bueno, lo había ahogado un poco y se había asustado. Pero vuelve no se demora mucho en relajarse, esos besos se sentían demasiado bien.

Separa el beso, gimiendo alto al sentir que esta vez no sólo estaba tocando su miembro, sino también el propio. Era una sensación demasiado placentera, más las mordidas y lamidas a su cuello. Ya no podría aguantarlo mucho más.

Escucha la pregunta, pero tarda en responderle, se distrae con el frotamiento de ambos miembros y el agarre que ponía el rubio sobre sus nalgas.

-A-ah... Uhm...? - Lo mira, jadeando despacito, tratando de recordar cómo hablar (?)- E-el amor...? - Lo mira extrañado, esa era una pregunta tonta. - Pues claro que sí... Todo el tiempo... A mi abuelo, y a mi hermano también... Aunque a Lovino no le gusta mucho y se enfada conmigo...

Estaba como loco, lo quería hacer mío ahí mismo contra la mesada, y posiblemente lo hubiera hecho si hubiera sido otro. Pero éste pibe era especial… sí, “especial” porque claramente tenía algún que otro tornillo suelto, pero más allá de eso el tipo era virgen y no quería hacer que se sintiera mal.

Lo llené de besos y le comí la boca múltiples veces, ya estaba re sacado yo. Tan sacado que inclusive mientras hablábamos seguía frotando nuestros penes y masajeándole ese culito que le había fichado ya desde el hospital. Su respuesta me dejó algo descolocado.

Al principio me quedé con cara de póker. ¿Todo el tiempo? Y yo que pensaba que era vir… pero después me mencionó al abuelo y al hermano. Ok, o esos tenían una relación incestuosa muy rara, o Feli había interpretado otra cosa. Le sonreí y le di unos besitos chiquitos en sus dulces labios. -¿Qué interpretás vos por hacer el amor? Yo me refiero a… la conexión de los cuerpos…- carajo, ¿Cómo mierda le explicaba que le quería romper el culo? Bueno, ok, eso suena demasiado bravo inclusive para mí. Pero es verdad… ¿Cómo explicarle? -…tener sexo Feli… ¿Vos sos… virgen, no?- le pregunté con un tono de voz suave y luego subí mis manos a su espalda para abrazarlo fuerte. El pibe me daba ternura y me hacía querer comerlo. ¿Cómo podría caber tanta inocencia en un sólo ser?

Le acaricié la mejilla y le di otro beso allí, y luego acaricié sus cabellos esperando su respuesta sin dejar de mirarlo a los ojitos.

Lo mira un poco extrañado. ¿Que cosas raras preguntaba? Ese chico nunca le había hecho el amor a nadie... Pobrecito! Definitivamente Feli le daría todo el amor que necesitaba.

Aparentemente, estaban de acuerdo en lo que era hacer el amor... Pero después quedó algo desconcertado... ¿¡Que tenían que ver todas esas cosas!?

-Ve...? Yo también me refiero a eso... Digo, los cuerpos están conectados en los abrazos y los besos y las caricias... - se le acurruca, frotando la mejilla en el suave pecho del rubio. - ...? Pues si tengo sexo... hasta hace un rato estuviste tocandolo... - murmura, ruborizandose un poco, a pesar de que se siente muy bien le daba un poco de pena. Ya lo último lo termina de descolocar - Veee...? -se abraza al argentino, disfrutando de el calor de ambos cuerpos, de sus manos sobre su espalda. ¿Por qué se le ocurrían esas cosas tan raras en esa situación? - Pues claro que no soy virgen, ve... Esa es María... -(Recordemos que el chico es católico y, como bonus track, bastante tonto)

Toma el rostro del argentino con ambas manos, acercandose y besandolo con suavidad - Ve... Deja de hacer esas preguntas raras... quiero que me sigas dando besos... - Y haciendo otras cosas, que es lindo, aunque eso no es necesario decirlo. Sabe que el mayor va a saber entenderlo.

Al escuchar su primera respuesta mis ojos se llenaron de brillo, su inocencia me enternecía hasta puntos en donde pocas cosas me habían enternecido antes. Acaricié su pelo dejando que se acurruque y acaricie su mejilla en mi pecho. Ok, se tomó lo del sexo bastante literal, pero no importaba. Ahora la última respuesta me dejó mirándolo por un momento. Ah pero este chico era un bobo… pero era un bobo lindo. Y tierno. No me venía mal un toque de ternura, desde que llegué al país estaba tan sólo… y la gente del hospital no había sido precisamente tierna conmigo.
Me tomó de la cara con las dos manos y me dio un suave beso al cual correspondí, para luego pedirme que le siguiera dando besos. “Seh, papi… te voy a comer entero”. No le dije eso último, lo único que me faltaba era que se pensara que era un caníbal.

–Ya entonces dejemos de hablar de eso- le contesté sonriendo y le comí la boca de nuevo mientras mis manos masajearon ese culito hermoso. Llevé dedos a mi boca y los relamí para luego tantear su entrada con uno de ellos. –Relajate que esto te va a gustar. Sostenete de mí- le susurré y lentamente metí un dedo en su colita que tan tibia estaba por dentro.

-¿Te gusta, hermoso?- le susurré al oído y luego planté besos y lamidas por todo su cuello. Lo sentí gemir más y más y cuando lo sentí propicio metí un segundo dedo dentro de él. –Feli…- volví a su boca y lo besé, mordiendo su labio inferior y estirándolo luego, para volver a besarlo una vez más.

Asiente y corresponde a los besos del argentino. Por algunos momentos siente que el chico quiere comerselo, o algo por el estilo. Pero no era posible, el canibalismo de seguro sería doloroso.

Siente de repente que algo más se mueve en su boca, y descubre el dedo de Martín entre ellos. No tiene problemas en relamerlos también, ya que está aprendiendo, supone que le está enseñando.

Se sobresalta un poco al sentir el dedo del chico sobre nada más ni nada menos que su entrada. sin embargo le pide que se relaje... ¿Pero como sería eso posible? Es incómodo. Y también, le es un tanto doloroso, pero el argentino está curioso de si le gusta... Sólo tiene dos cosas que pensar, o que él es un sádico, o que en algún momento va a sentirse bien. Pero hasta ahora venía haciendo cosas muy bonitas, por lo que asiente despacio, esperando que se torne un poco mejor hasta que se acostumbre.

Vuelve a aferrarse al rubio con fuerza, gimiendo y disimulando sus quejidos con eso. Primero porque aún se sentía un poco incómodo, y segundo porque disfrutaba de cada beso y lamida sobre su piel. De a poco, el dedo invasor del argentino comienza a sentirse mejor, por lo que comienza a disfrutarlo más. Pero cuando ya comienza a acostumbrarse, otro dedo se da lugar en su interior. Mierda, que no tiene tanto espacio adentro. O por lo menos es lo que él piensa.

Gime alto, pero se ve interrumpido por el beso del mayor, y larga otro mientras tironea de su labio, interrumpiendolo nuevamente. Pero corresponde, a todos y cada uno de los besos, poniendo cada vez más pasión y profundidad. Es una buena distracción mientras su cuerpo se acostumbra a sus invasores (?)

Era hermoso, su colita era tan tierna y tibia por dentro, me correspondía a cada beso y respondía sumiso a todo lo que le pedía. Gemí más fuerte mientras metía y sacaba mis dos dedos de dentro de él a la vez que juntaba nuestras caderas para que nuestros penes se rozaran. Luego de un tiempo sentí su cuerpo más acostumbrado y saqué los dedos. Terminé de despojarnos de la poca ropa que nos quedaba para que estemos más cómodos. Me agaché para sacarle los pantalones y el calzado y aproveché para besar y lamer un poco su miembro, cosa de estimularlo más.

Volví a subir entonces e hice que se apoyara contra la mesada quedando de espaldas a mí. Lo abracé y acaricié su pecho mientras frotaba mi pene en su entrada. -¿Te gusta esto?- quería corroborar que lo que le hacía le gustaba, aunque si me respondía que no le diría que se la banque que ya le iba a gustar. Porque era verdad, las primeras veces duelen pero después gustan. Obviamente se lo diría tan tiernamente como le venía hablando hasta ahora.

Bajé mi mano hacia su pene y lo masturbé ligeramente. Puse saliva en mis dedos y volví a meterlos en su entrada que esté bien lubricado para recibir mi hombría. Apoyé la cabeza de mi pene e hice un poquito de presión –Así… despacito… Aahh….- gemí en su oído mientras de a poco y con algo de dificultad mi pene entraba en su trasero. –Traquilo Mi Veneciano hermoso... esto te va a encantar…- le lamí la oreja y besé sus cabellos. En ese momento mi boca se cruzó con su rizo y se me ocurrió algo. Quizás eso le ayudaría. Besé y lamí su rizo suavemente con mi lengua a medida que lo penetraba más.

Ya practicamente no sabía de dónde sacaba voz para seguir gimiendo. Seguramente terminaría afónico un par de días luego de eso. Realmente no le importaba demasiado, no en esos momentos. Y si le dolía la garganta, luego le pediría al enfermero que le consiga caramelitos de miel. Sería su deuda después de todo. Si se quedaba sin voz, sería culpa pura y exclusiva de él.

Luego de un rato, el rubio decide que es buen momento para quitar los dedos del todo de su interior para luego volver a bajar y quitarle el resto que le quedaba de ropa. Era lo mejor... Para lo que tenían puesto, mejor nada. Además, no había nada más cómodo que estar desnudo. De no ser porque su abuelo le explicó que podría tener algunos problemas legales, andaría por la vida tal y como Dios lo trajo al mundo. Aunque no puede distraerse demasiado con esos recuerdos, ya que nuevamente su miembro era mimado por los labios y lengua del mayor, haciendolo gemir otra vez.

Tiene intenciones de besar nuevamente al chico, pero solo puede hacerlo levemente debido a que el rubio lo guía a quedar de espaldas a él. Podría quejarse, pero ese abrazo y las caricias sobre su pecho lo compensaban un poco. Sólo un poco. Y también estaba apoyando la punta de su miembro sobre su entrada... el cual era notoriamente mucho más grande en grosor que los dos dedos que estaban dentro suyo anteriormente. ¿Tenía intenciones de meter ESO ahí? Aparentemente sí, debido a la pregunta del argentino.

- V-ve... Si... - Le responde algo titubeante. Mal no se sentía, además, solo estaba frotandose.

Nuevamente, las manos de Martín vuelven a tocar su miembro, aunque esta vez muy ligeramente. También, vuelve a meter sus dedos en el interior de Feliciano, pero otra vez, muy levemente. Y después de eso comienza a sentir la presión que el argentino hace para abrirse paso dentro suyo, haciendo que esta vez gima alto, casi en un grito.

-Ahh! Ma-Martín... - Jadea, sintiendo como el rubio iba dejando entrar su pene dentro suyo lentamente, y confirmando el hecho de que realmente era mucho más ancho que sus dedos. Se agita un poco y se echa hacia adelante, respirando agitado. Sí es bastante doloroso, más por la presión que su propio cuerpo hace, como tratando de impedir que el mayor siga entrando.

Escucha como pide que se mantenga tranquilo, con palabras muy bonitas, y afirmando que lo que estaba haciendole le iba a gustar. Quiere creerle, hasta hace un rato todo lo estaba gustando, pero lo que el italiano siente en esos momentos le quita algo de credibilidad. La lamida en su oreja y los besos en su cabello amenizan un poco todo, pero no demasiado. Por lo menos hasta que la boca del argentino se cruza con su rizo.

Gime alto, una y otra vez, sin manera de controlarlo. Ya no sabe si por el dolor de sentir su trasero casi completamente lleno por el miembro del argentino, o por lo placentero que es que a la vez que lama su cabello. Ambas sensaciones en conjunto son muy raras, pero no quiere detener ninguna de las dos.

Costaba entrar debido a su culito virgen pero poco a poco se iba relajando y parecería ser que le iba gustando porque sus gemidos aumentaban en intensidad. Apenas entró mi pene en él lanzó casi un grito pero me aseguré de que se calmara dándole besos en el cuello y con caricias. Parecía ser que las palabras lindas también le gustaban por lo cual seguramente las usaría para él.

-Así, así mi italiano hermoso… sí…- le susurraba al oído mientras lo llenaba por completo y lamía de vez en cuando ese rizo que sabía tan loco lo volvía. Comencé luego a llevar un ritmo. Dios, el tipo era tan estrecho… podía sentir sus paredes haciendo presión en mi pene más y más, pero a la vez se relajaba y me dejaba entrar con más facilidad. Era una sensación increíble. No se desvirga gente todos los días.

Posé mis manos en su cintura y comencé a embestirlo un poco más fuerte pero con amor (?). Besé su espalda y su cuello y en un momento giré un poco su cabeza para encontrar sus labios en donde lo besé profundamente. Yo le iba a mostrar lo que era el buen sexo a ese pibito. Es más, hasta capaz se terminaba enamorando de mí. No me sorprendería dado que soy tan genial, pero bueno, no es tiempo para pensar en eso ahora.

Lo abracé de nuevo, no podía estar nomás agarrándolo de la cintura, me gustaba que nuestros cuerpos tuvieran el mayor contacto posible. Acaricié su pecho y bajé una mano a su miembro el cual comencé a masturbar frenéticamente mientras mis embestidas aumentaban en intensidad. –Feli… F…Feli… Aah…- gemía en su oído. No quería dejar de hablarle por mucho tiempo porque sentía que cuando le hablaba el tipo se calentaba más.

Embestida tras embestida, lamía y besaba su rizo entre besos que plantaba en su cabeza, cuello y espalda, sin mencionar en esa boquita dulce que tenía. Lo quería hacer todo mío, por lo menos ese día sería todo mío. –Avisame cuando estés por correrte- le susurré al oído para luego lamerlo.

Quería que se corra en mi boca, pero a la vez me quería correr dentro de él y llenarlo de mi esencia. Y quería que todo pasara a la vez. Puta madre. Soy tan fogoso a veces que se me vienen a la mente cosas imposibles. Bueno quizás si me corriera dentro y después le hiciera correrse en mi boca… sí, sería una solución viable (?)
Basta Martín carajo dejá de boludear que tenés un italiano virgen acá gimiendo por vos. Volví a la realidad y lamí su espalda sin parar de embestirlo con intensidad. –Mi italiano hermoso…- le susurraba entre besos y embestidas.

Gemía ahogado, muy ahogado. Tanto el placer cómo el dolor eran inaguantables. A pesar de que dentro de todo trataba de ir lento, sentía que iba a romperse o algo por el estilo.

Trata de resistirse un poco, sabe que su cuerpecito no va a aguantarlo... O por lo menos no sin salir herido. Ok, eso es una exageración, pero lastimado, seguro. Pero las lamidas a su rulo lo enloquecían y no podía poner oposición si le hacía eso, por más que sentía que el chico se metía cada vez más dentro de su ser.

Grita ahogado y fuerte a cada embestida que recibe, ya que cada esta vez es notoriamente más brusco, y es cada vez más confuso. -M...Martín... Ahhh... Martín... - le habla entre gemidos, tratando de decirle que se detenga, o por lo menos que vaya más despacio, pero no puede más que repetir lo mismo una y otra vez.

Le es bastante doloroso pero aún así, comienza a sentirse bien. ¿Desde cuando el dolor se siente bien? Bueno, puede ser... Si vamos al caso, nunca nadie le puso una inyección a la vez que lo besaba y acariciaba para amenizar la mala pasada.

Corresponde al profundo beso, casi con desesperación, separandose sólo para permitirle abrazarse a su cuerpo y estremeciendose al escuchar su nombre en voz del rubio pronunciado de esa manera.

Dios, ya no puede con todo. Es demasiado. Siente que se va partir en dos si sigue penetrandolo de esa manera, pero no importa. Los besos y las caricias que el mayor deposita sobre su cuerpo, le encantan. Y eso mismo, pero sobre su rulo, lo enloquecen.

Asiente a lo que el chico le dice, aunque la verdad no cree poder hacerlo. Vamos... ¿No había podido decirle que se detenga pero si que se estaba por correr?

-Martin...! Ahh... Ya no... aguanto... - dice entre gemidos, jadeos y grititos. ¿Quién lo diría? Al final si pudo hablar un poco más... Dios, pero era verdad... De lo que no estaba muy seguro era de si no aguantaba más el miembro del argentino penetrandolo en su totalidad y cada vez más fuerte o si no aguantaba más para correrse. ¿Quién lo diría? Al final si pudo hablar un poco más...

Sus gemidos eran inconstantes pero todavía podía respirar. Eso era algo bueno. Que yo supiera no tenía asma ni nada por el estilo… esperaba no darme cuenta en este momento. Repetía mi nombre una y otra vez entre cada gemido y… ¿Estaba gritando? Bueno sí, parecía que lazaba pequeños gritos con cada embestida.

Yo estaba como loco. Era tan estrecho que cada embestida apretaba mi pene en su totalidad y me causaba un placer que solamente me hacía querer más y más, sin mencionar que jadeaba como loco sin dejar de besarlo y lamerlo por todas partes.
Los sonidos que salían de su boca aumentaban en intensidad y cantidad y yo seguía embistiéndolo sin percatarme de que probablemente ya había perdido un poco la suavidad con la que estaba empezando. Pero no me terminaba de dar cuenta porque estaba muy ensimismado en hacerlo mío.

Sin embargo su voz luego me hizo bajar un poco. Me dijo que no aguantaba y lo que atiné a hacer primero fue masturbarlo con más fuerza y embestirlo profundamente, pero en ese momento me di cuenta de cuán brusco estaba siendo. Qué pelotudo, si seguía así el tipo después no iba a querer encamarse más conmigo. Con otra embestida quedé completamente dentro y allí me detuve, haciendo fuerza por no correrme dentro dada la presión.

-L-lo siento Feli…- le susurré al oído. Con mi mano le masturbé algo más lento y lo besé tiernamente como lo había hecho al principio de todo. -¿Te duele m-mucho…? P-podemos… Aahhh… podemos p-parar si querés…- No quería parar. Por compromiso incluso me tendría que decir que sigamos. Pero la posta es que el pibe me daba lástima y yo estaba siendo un pelotudo por estarlo rompiendo así. Quizás si seguía algo más lento le agradaría más, sin mencionar que alargaría el acto sexual.

Me moví lentamente dentro y fuera de él mientras tomaba firmemente su miembro y lo masturbaba un poco más fuerte a diferencia del ritmo con el que lo penetraba. –¿A-a-así está mejor? Decime Feli… hablame mi Veneciano hermoso…- lo besé y luego lamí sus labios –Sos tan dulce…- le sonreí y otro gemido salió de mi boca mientras acerqué más nuestros cuerpos -como si eso fuera posible- y lo rodeé con mi brazo libre sin dejar de masturbarlo lenta pero rítmicamente.

Pega el pecho a la mesada al sentir esas embestidas tan fuertes, sus brazos, y el resto de su cuerpo ya están dando demasiado de sí. Y finalmente la última embestida, y con la cual se detiene, lo hacen lanzar otro gemido-grito, sumado a un par de lágrimas.

Respira agitado, queriendo recuperar el aliento. Se estremece cuando le susurra y lo masturba. La voz de Martín es muy bonita y suave... Y después de todo si se preocupa por él. Si no fuera así, no le preguntaría si le duele (Que por cierto, si lo hace), ni le ofrecería parar. Pero no, no quería parar, dentro de todo lo que podía sentir, le gustaba y mucho, así que niega con la cabeza a la vez que vuelve a besarlo.

Se siente algo distinto cuando vuelve a moverse, pero esta vez con suavidad, es bastante mejor. O es que ya su trasero está más acostumbrado por las embestidas fuertes.

Asiente despacio, gimiendole sobre los labios - S-si... Se siente bien... Me gusta... - Lo besa profundo pero suave, dejando la boca entreabierta para seguir gimiendo a gusto mientras el otro continúa hablandole. Le encanta que le hable tan suave, y que le diga esas cosas bonitas. Ahora si estaba sintiendose realmente bien. - M-Martín... Ahh... No vuelvas a parar... - murmura entre gemidos suaves - Sólo... ve más despacio... Pero no pares...

Con esa última embestida me había detenido y menos mal que así lo había hecho porque unas lágrimas recorrieron sus mejillas. Las pude ver cuando se giró a besarme. Entonces le pedí perdón por ser tan bruto y le pregunté si quería que paráramos pero así y todo él negó con la cabeza.

Lo penetré con un ritmo mucho más despacio y ciertamente más dulce que antes mientras le decía cosas lindas al oído. Asintió indicando que le gustaba a medida que sus grititos se convertían en pequeños gemidos mucho más relajados y llenos de placer más que de dolor por lo que podía interpretar.

Me indica entonces que no vuelva a parar y que vaya despacio, a lo cual accedí al instante.–Por su puesto. Sos muy bonito como para que te lastimen y no quiero lastimarte…- le susurré suave y le sonreí.

Continué entonces mucho más lento que antes lo cual en cierto punto era mejor porque se disfrutaba más, podía sentir cada centímetro de mi miembro entrando lentamente en su culito y el calor interior de su cuerpo mezclándose con el mío. –Sos… sos tan tierno y dulce Feli… Aah… Feli… Feli….- repetí su nombre múltiples veces mientras lo masturbaba. Mi mano comenzaba a cubrirse de líquidos preseminales que Feliciano largaba y eso indicaba que en cualquier momento estaría a punto de correrse.

Yo por mi parte no daba más. No podía parar de gemir y sentía cómo poco a poco me acercaba a mi orgasmo más y más con cada lenta embestida. Pasaron unos minutos más, en realidad no era muy consciente de cuánto tiempo había pasado pero yo ya lo sentía venir –Feli… Voy a… voy a … AAAAHHH!!- gemí con fuerza y casi grité corriéndome con fuerza en su interior. Todavía envuelto en la intensidad de mi orgasmo quise que él también se corriera conmigo, por lo cual comencé a masturbarlo más fuerte mientras por dentro lo llenaba más y más con mis fluidos.