Nuevo paciente (Feliciano Vargas y Martin Hernandez)

Roderich se encuentra en su consultorio, un cuarto amplio, con algunos cuadros y una biblioteca llena de libros sobre su oficio, escritorio, sillón comodo, diván no tan comodo, etc.

Da un sorbo a su taza de café recién hecho... la mejor forma de comenzar la mañana. Suspira y ve de reojo la pantalla de su ordenador personal, en donde se encuentra la lista de los pacientes... "Feliciano Vargas". Suspira. Es un muchacho que llegó hace unos meses y por lo que escuchó, complicó bastante a los demás medicos... Se ve que tendrá que implementer mano dura.

Deja su tasa de café, y aguarda en silencio, atento... Entonces lo escucha, alguien esta pasando. Se pone de pié y se asoma a los pasillon, sin salir demasiado:

-Disculpe... (dice al hombre de limpieza que esta pasando justo por ahi...) Iba a salir de urgencia, pero la verdad es que estoy muy ocupado ¿Podría hacerme un favor...?

El hombre asiente y se acerca para escuchar. Roderich le hace una seña de que espere, entra, anota algo en un papelito y sale nuevamente:

-Necesito que busque algun enfermero o enfermera y que me traia al paciente de la nota... (sonríe levemente) Lo haría con gusto... pero estoy muy complicado ahora ¿Comprende?

El hombre asiente y sin más se retira. Roderich vuelve dentro, se sienta y continúa bebiendo su café.

Qué flojera. Otro día que me tenía que levantar temprano para ir al hospital. A decir verdad ese día me quedé dormido y llegué unos cinco o diez minutos tarde. Menos mal que no me había cruzado a ningún directivo aunque probablemente después me digan algo cuando vean que fiché más tarde de mi horario de entrada. Bueno, me importaba poco. Sería sólo una advertencia, quería creer…

No había desayunada nada y tenía el estómago vacío. Moría de hambre. Quería hacerme unos mates pero el día comenzó algo ajetreado y me tuvieron de aquí para allá. ¡No es justo! Tenía un humor algo pinchudo. Llegó entonces el momento en que las cosas se calmaron un poco. Preparé mi infusión y cuando me estaba dignando a tomar el primer sorbo el conserje llegó con una nota de un médico. Suspiré intentando hacer que mi mal humor no se note y tomé la nota.

Salí, dejando mi mate en la mesita de la sala de enfermeros y dirigiéndome a buscar al paciente para llevarlo a su terapia. “Feliciano Vargas” era su nombre. Me dirigí reluctante hacia su habitación y golpeé la puerta, poniendo la nota en mi bolsillo y esperando a que respondiera.

El día estaba bien, los pájaros cantaban, el sol iluminaba su cuarto y pudo dormir hasta tarde. Hasta ahí, bien.
Lo malo: Era el tercer día que no probaba bocado, ya que no había encontrado buena ocación para colarse con sus amigos del personal de cocina, y lo peor, dentro de unas horas vendrían sus medicamentos. Que horror, esas pastillas saben tan mal.

Como es costumbre, comienza a dar vueltitas por su cuarto, pensando en un buen lugar donde esconderse esta vez. La cocina ya estaba descartada, ya que sabía que ese día de la semana en particular estaba bastante concurrida y no podría tener un lugar dónde no pareciera sospechoso. La morgue, ni pensarlo. Bien, era lo de menos... Aún tenía una hora o dos para encontrar un refugio, así que decide distraerse un rato dibujando. Pero entonces el ruido de la puerta lo interrumpe.

Supone que alguno de sus amigos se había acordado de él y le había traido aunque sea un dulce delicioso, por lo que se apresura a abir, pero con lo que se encuentra es con un enfermero. ¡Un enfermero!

-Vee!! No es horario de medicinas! Y me porté bien toda la noche! Y juro que no estaba planeando en donde esconderme hoy! - Comienza a lloriquear, volviendo a su cama, como si esta tuviera una barrera protectora... Seguramente ahora tenían personal especializado en leer mentes y lo habían venido a acorralar antes de que huyera...- VEE! No me castigues, soy bueno! Me portaré bien a partir de ahora! POR FAVOOOOR!

Lo miré ni bien abrió la puerta y empezó a hacer bochinche que no era la hora de sus medicinas y que planeaba esconderse, o planeaba no hacerlo, no sé no lo escuché muy bien y sinceramente no me importaba porque tenía hambre y quería terminar lo más pronto posible con todo eso. Se tiró en su cama lloriqueando y pedía por favor. ¿Qué clase de trauma tenía este tipo?

Entré a la habitación y lo tomé de un brazo. –Ya, no es hora de tu mediación, sólo vengo a buscarte para que vayamos con el doctor… uhm…- tomé el papelito de nuevo y leí – Edelstein- dije intentando pronunciarlo bien. –Vamos- y lo comencé a sacar del cuarto.

Admito que mi método no fue el más ortodoxo pero estaba de mal humor y los lloriqueos del tipo me irritaban. –Dale che, no es nada malo. No te voy a hacer nada- le dije mientras lo intentaba sacar de la habitación.

A rastras lo llevaban al pobre italiano, quien nada malo había hecho esta vez. Tonta cama, pensar que lo protegía tan bien de los monstruos y tan poco de las personas.

Ese enfermero no le gusta, lo agarra fuerte y le hace doler, por lo que las lágrimas y el berrinche en el camino no son pocos. En lo que su griterío le permitió escuchar, lo llevarían con un tal doctor Edelstein. No sabía porque, pero no le gustaba ese nombre tampoco. Los doctores no le gustaban en general, y menos los que tienen que tratarlo a él.

Llegan por fin a la sala de consultorio, aunque tardan más de lo previsto, ya que el chico cada tanto intenta huir de las garras de aquel desalmado enfermero.

Roderich abre su botiquín, en el que tiene todo lo necesario: café de varios tipos, te con gran variedad, cajas de dulces y otros acompañantes y en el espacio que sobro, guardo una jeringa y calmantes por si un paciente se pone rebelde... (Aún que el no sabe como aplicarlos o en que medida... Pero es solo un detalle)

Da un suspiro y recorre el cuarto, viendo que más puede hacer mientras espera a que su paciente llegue... Entonces escucha que alguien anda afuera y sonrie, justo necesitaba que le trajeran algo de azúcar. Pero cuando va a la puerta y abre, su sonrisa se borra: encuentra a un muchacho lloron con traje de interno y a otro con traje de enfermero... Su azúcar tendrá que esperar) -Buenas tardes... (saluda cordial) Esté es Feliciano? Perfecto (sonrie cortés) Puedes entrarlo y hacerlo sentar en la silla? Tengo que llenas algunos datos y necesito que alguien me ayude... Me harías el favor? (se va hacía atrás, para que puedan pasar)

El camino había sido un infierno. El otro pataleando y llorando que quería volver, intentando zafarse y claro, los otros mirando. Lindo show había armado para los demás pacientes y posibles doctores que hubiesen estado por los pasillos del lugar. Igual creo que tenía justificación. O sea el tipo estaba claramente loquito. Y tenía órdenes superiores de llevarlo con un doctor. Así que tenía todas las de ganas si me planteaban algo. Ja.

Toqué la puerta del doctor y asentí a su pregunta. ¿Quería que lo entre y lo haga sentar? ¡Era enfermero pero no mulo! Uh, qué tipo hinchapelotas. Además se supone que en ese momento él tendría que encargarse del loquito, porque estaba en su hora de sesión. O como sea que le llamen. Le entré todavía medio a rastras intentando que no se me zafara mientras el otro gritaba y me tiraba de las ropas para escapar. -¡Pará che, que no te van a hacer nada!- le dije cerrando la puerta. –Está todo bien, nadie te va a medicar pero te tenés que calmar, ¿Okay?- le hablé un poco más relajado a ver si así se calmaba. –Ahora por favor vení y sentate que el doctor va a estar con vos en un instante- agregué poniendo mi mano en su espalda y prácticamente obligándole a que se siente.

Se queda de pié, mientras Martin deja a su paciente en la silla, y este llora y patalea como un nene de jardín... Suspira. Se aclara la garganta y va hasta su escritorio, indicándole al enfermero que tome asiento en la silla de al lado.

-Tendrás que ayudarme con esto, al menos hasta que logre calmarlo... No quiero que salga corriendo de la oficina... (Porque él no piensa salir a buscarlo)

Con suma calma, va hasta el fichero a un lado del escritorio (lo suficientemente cerca como para poder buscar las fichas de sus pacientes sin tener que ponerse de pié... aunque ya esta de pié, así que eso no importa) y busca el historial de Feliciano. Lo toma lo hojea y maldice hacia sus adentros:

-Bipolar... (mira al chico, no... por supuesto que él no iba a lidiar con eso) Entonces voy a necesitar que te quedes conmigo (dice a Martin) Sé ve que él ha logrado entablar un vinculo contigo... (en el camino aquí, mientras lo arañaba y seguramente golpeaba... pero eso del vinculo mágico que sale así de la nada entre el loco y el el sujeto x que se lo cruza siempre convence a los idiotas de buen corazón y los hace creerse lo suficientemente especiales como para facilitarle el trabajo).

Saca una de las hojas de la ficha y se la extiende frente a la silla de Martin:

-De paso, mientras trato a mi paciente... ¿Podrías llenar sus datos?

Ese enfermero era un desalmado, definitivamente. Y el resto de la gente del hospital también lo era. ¿Cómo nadie respondió a sus gritos de auxilio mientras era llevado a rastras por ese chico tan bruto? La humanidad estaba perdida, de eso ya no había ninguna duda...

Para mayor inri, habían llegado a la sala del doctor. No se veía muy peligroso, ni amenazante... Pero la bata de médico bastaba para hacerlo temblar. Vamos, la mayoría con los que se había cruzado lo obligaban a tomar medicinas, o le ponían inyecciones. Así que debido a miedo se aferra a las ropas del enfermero suplicando, aunque no creía que iba a servir de mucho.

Pero para su sorpresa, el chico calmó su voz y su postura, haciendo que Feliciano se sintiera más cómodo, y por ende, más calmado.

-Ve... Ve... En serio no me dará medicinas...? -dice con los ojos brillantes... o lo que parecen ser sus ojos, ya que constantemente los tiene cerrados. - Me lo prometes, enfermero? Ve... doctor, en serio no me dará medicinas? Quiero un dulce! Si me porto bien me dará un dulce, verdad? - Mira al rubio, buscando que le de una respuesta a sus preguntas.

¿Qué tendré que ayudarlo? Ah no… ¡Ah no! ¡Yo quiero mis mates! ¡Mis bizcochos! ¿Ya no era parte de mis funciones seguir aquí! ¡Me estaban tomando como mulo! ¡Puta madre! –¿A-ayudarlo?- le pregunté por lo bajo pero antes de recibir una respuesta comenzó a hablarme de que había establecido un vínculo con él. ¿Vínculo? ¿Qué vínculo? Si estableciera un vínculo con cada persona que me tira de las ropas… bueno, dejémoslo ahí.

Y encima me pasa una ficha para llenar sus datos… Mi cara de culo no podía ser peor. La tomé de muy mala gana. Antes de que pudiera llenar un simple campo el paciente comenzó a hablarme. Parecía que el haber ablandado mi voz sí había servido. Hey, quizás hasta soy mejor psiquiatra que el tipo de guardapolvo. Sus ojitos brillaron y la verdad es que me pareció tierno. Le sonreí ligeramente y le asentí. –Si te mantienes así calmado nadie te dará ninguna medicina- lo siguiente me conmovió.

Sí, el chabón estaba loco pero… me había comprado con esa última frase, no lo iba a negar. –Está bien… si te portas bien durante la sesión te daré un dulce… y si te portas muy bien te daré dos- le sonreí y me senté a su lado, comenzando a llenar la planilla. Lo miraba de reojo. ¿Lástima? Sí, sentía algo de lástima por el tipo. Y todavía seguía cagado de hambre. Lamentablemente no tenía la suficiente experiencia o la antigüedad como para decirle al médico que no me rompiera las pelotas con ayudarlo. De venganza, completé la planilla con los datos mínimos y necesarios.

Roderich toma su ordenaros personal y mira al italiano. "Tiene cara de idiota..." piensa para sus adentros...

-Me pidieron que te tratara, así que vamos a comenzar con la terapia. Mi trabajo consistirá en volverte a integrar en la sociedad, para lo cual, vamos a empezar con cosas cotidianas, como la cocina y las compras ¿Comprendes...? Si avanzas bien, te dejaré tener una mascota propia y una planta ¿Te gustan los gatos...? (tipea algunas cosas) Enfermero... cuando termine de completar éso, guárdelo en la carpeta y archívelo en la V de "Veneciano"... (vuelve a mirar al enfermo) Ahora... Tratemos de formar un vinculo, para que nuestro trabajo sea más fácil ¿De acuerdo, pequeño? Cuéntame como te sientes hoy... ¿Qué tal ha ido en el hospital este tiempo? ¿Cómo te hace sentir eso...? (mueve el pequeño mouse y hace un par de clic, mientras abre el Solitario)

Apoya la cabeza sobre el hombro del enfermero, mirando lo que va anotando.

-Ve, te falta completar esto... - señala donde falta completar, diciendole luego los datos con los que tiene que rellenar cada espacio dejado de lado.

De repente gira su vista hacia el doctor.

-Ve!? Yo no puedo cocinar solo, puedo cortarme, o quemarme, o ambos... - Dice en tono más bien preocupado. Pero luego la cara se le ilumina - Ve! Si me gustan los gatos! Podré tener un gato? Quiero al gato... Que debo hacer, ve? - Pregunta emocionado, la idea de tener su propio gato lo pone feliz.

Escucha con atención al hombre y asiente.

-Ve... Me siento con hambre. No me va muy bien en el hospital, porque la comida es fea y no como, y eso me hace sentir con hambre... Terminamos? Me porté bien...? - tira de la manga del rubio- Ya me puedes dar mi dulce?

Sonríe, genial... un paciente dispuesto a ayudarlo en su trabajo. Luego de vuelve hacia Feliciano:

-Esta bien... para eso esta el enfermero. Él va a ayudarte para que no te cortes o lastimes... (vuelve a ver su laptop y mueve algunas cartas, le responde sin mirarlo) Bueno... sí... podrás tener un gato, ahora deberás cuidar uno ajeno... Justamente tengo un gatito al que puedes darle de comer si lo deseas, es parte del programa... (asiente a lo que le dice) Sí... aja... Eso esta muy bien... Sí... (incluso responde las preguntas que son para Martin)

Comenzó a hablar y realmente parecía que habían puesto el Play de una grabadora. Las palabras salían de su boca automáticamente y si bien salían de forma ordenada una detrás de la otra, la monotonía con las que las decía hacía que su significado se volviera confuso. O al menos para mí. La verdad es que no le estaba dando pelota porque mi estómago hacía ruidos y pensaba que cuando saliera de ahí me iba a clavar un sándwich de jamón y queso.

La voz del tipo dirigiéndose a mi me volvió a traer a la realidad de mis pensamientos de comida. –Martin Hernandez es mi nombre- le dije inmediatamente. “Enfermero… Tengo un nombre, idiota” pensé para mis adentros. Qué doctor odioso. Me compadecí del pobre paciente a mi lado “Feliciano Vargas” según sus datos. Pobre Feli, la que le esperaba.

Lo dejé apoyar su cabeza en mi hombro. Dios, yo que quería laburar poco y el otro indicándome dónde completar. No pude hacer mucho más que dejar el formulario bien completito con su ayuda. Después de todo era mucho más tierno y definitivamente mejor así calmado que pataleando y gritando.

Mientras le contestaba las preguntas al doctor me dirigí hacia el fichero para guardar el expediente en la V, como me había pedido y luego volví al lado de Feliciano, quien tiró de mi manga. Tenía un obsesión con tirar de las ropas ese chico –Falta un poco, pero vas perfecto- le sonreí poniendo una mano en su hombro.

-Ohhh... No, claro que no... La bipolaridad es una enfermedad tanto psíquica, como genética... y si es genética, quiere decir que se debe tratar con medicamentos. De la parte psíquica me encargaré yo, pero lo neurológico se lo daremos a Gilberth... Supongo que ya has hablado con él... (alza la mirada... "Porque yo no pienso ir a verlo") Ahora, ya que es genetico, tendré que hablar con tus familiares... (mira de reojo su ordenador, minimiza el Solitario y ve la ficha) Tienes un hermano llamado Lovino... Ash... Tendré que tratarlo también...

Hace un silencio, para revisar los datos, respondiendo a un "Aja" cuando Martin se presenta:

-Bien, enfermero... Necesito que lleve al paciente para su tratamiento... (abre el cajón de su escritorio y saca unas llaves) Estas son las llaves de un departamento que queda aquí a tres cuadras, la dirección esta en la chapa del llavero. Haga que el paciente le de de comer al gato y de paso necesito que usted limpie un poco, ya que lo usan varios pacientes para sus tratamiento y... no es bueno que este sucio... (fija un poco la vista, recordando algo) Creo que dejé ropa colgándose ¿Puede traérmela, de paso?

-Por favor! Yo no quiero medicinas, saben mal! Y no quiero ir al neurólogo! - el solo nombre ya le da cosa - No, no he hablado con él, nunca me han llevado con él, y no quiero ir con él! Que tal si quiere abrirme el cerebro (si es que encuentra uno) para saber cómo funciona!? MARTÍIIN!!! -Si se aprendió el nombre del enfermero - No dejes que me lleven con ese! - Hace un poco de berrinche, más bien una escena de niño asustado, pero una frase del doctor llama su atención y logra que se calme.

Los ojos de Feliciano se abren por un momento, mostrando su bello color ámbar~ El hecho de tener una enfermedad genética no era nada bueno... Pero estar con su hermano mayor en un tratamiento le parecía genial! podrían pasar más tiempo juntos, y tanto qué él quiere al mayor ♥

-Vee! Saldremos a pasear entonces! - extiende sus brazos, feliz. Hacía tanto que no nlo dejaban salir del hospital. Y ahora podía hacerlo por consentimiento médico. Aquel hombre no era tan malo como parecía - Waaai! Genial! Podré cuidar un gatito y salir a tomar aire! El doctor Edelstein es genial! - Se apresura a abrazar al hombre. - Gracias, Ve~ Entonces si ya terminamos? - el estomago del italiano ruge- En serio quiero mi dulce...

Dijo algunas cosas respecto a Feliciano a las que no presté mucha atención. Cuando dijo que tendrían que darle medicamentos suspiré. Le estaba diciendo que no los tendría que tomar para que se calmara y ahora el otro me salía con un neurólogo. Inmediatamente lancé la mirada al paciente para ver su reacción. Ya había empezado con el berrinche. Se había aprendido mi nombre por lo que vi. Estuve a punto de comenzar a calmarlo pero rápidamente se puso más tranquilo al escuchar algo sobre su hermano. Sus ojos se abrieron y por primera vez los pude ver en todo su esplendor. Eran realmente muy bonitos.

Le sonreí cuando lo vi festejar, más que nada por un acto reflejo. “El doctor Edelstein es genial” Sí claro… se notaba que le faltaban algunos tornillos al pobre de Feli. Ni hablar… Se levantó luego y abrazó al hombre y yo me quedé algo atónito. Me dirigí a él y lo separé del doctor con suavidad.

Y el otro, dale con seguirme llamando enfermero. Ahora me daba unas llaves para llevar al paciente a hacer el tratamiento y me pedía… ¿limpiar? ¡¿limpiar?! ¡¿Yo?! ¡No! ¡Ni loco! No iba a limpiar su mugre. Si tanta mugre junta que llame a una sirvienta que le limpie, le lave y le cocine. Vago de mierda. No pienso ser su mulo. Creí estallar cuando además de eso me dijo que le trajera ropa. Le hubiera lanzado a la cabeza lo primero que tenía en la mano, de no ser que lo tenía agarrado a Feliciano.

-Iremos y haré que el paciente haga la terapia- dije yendo hacia la puerta con Feli –Pero como usted sabrá, señor doctor, tengo otros pacientes aquí a quienes cuidar y otras tareas de las que encargarme. Le sugiero que si desea que le limpien el departamento contrate un empleado de maestranza- con esa última frase salí del consultorio. Ni en pedo me quedaba para ver qué me respondía. –¿Vamos a pasear Feli?- le pregunté con una sonrisa amplia a la vez que caminaba a paso rápido para evitar estar allí si al doctor se le daba por despegar el culo de la silla y venir a retarme. –¿Te puedo decir Feli o te molesta?- le pregunté luego.

Asiente a todo lo que le dice, como por acto reflejo y luego alza el dedo, como quien va a decir algo, pero los ve salir. Suspira y se levanta, como si eso fuese el esfuerzo mpas grande del mundo y se asoma a la puerta:

-Ah... enfermero... No se preocupe por sus otras tareas, de ahora en más usted será mi ayudante. Estoy seguro de que éso le servirá de mayor experiencia que cambiar bolsas de residuos... (sí, no tiene idea de lo que hace o no un enfermero) Y por favor, si la cruza... salude a mi hermana de mi parte... la señorita Richelle... la duela del hospital... (dice esto con una sonrisa suave, que disimula una clara advertencia. Tan tranquilamente como salió, vuelve a entrar y cierra la puerta)

-Vee... - Camina detrás del enfermero, tomandolo de la ropa. Algo así como los elefantes con sus elefantitos que se aferran de la cola de sus padres. - Ve... Entonces la terapia consiste únicamente en ir y hacer la limpieza de la casa...? - Mira al hombre un tanto extrañado. Estaba bien que estuviera enfermo, pero aún sabía hacer una limpieza. Que no la hiciera seguido era una cosa muy diferente. Además, había personal en el hospital que se encargaba de eso. No era necesario.

Mas sin embargo, sus dudas se disipan cuando el rubio le habla.

-Ve? Claro! Ya estoy aburrido de estar encerrado aquí adentro... De paso, ya que vamos a pasear e iremos a un departamento, podríamos comprar algo de pasta para comer. Me ayudarás a cocinar, verdad...? - Niega con la cabeza cuando le hacen la pregunta. - Ve... Me gusta que me llamen Feli! Cómo puedo llamarte yo, ve? Martín está bien o puedo llamarte de otra forma...? -se gira al doctor y lo saluda con la manito - Le diré a la doctora Edelstein que le manda sus saludos! Y cuidaremos de su departamento y su gato! - Se queda pensativo unos momentos mientras camina junto a Martín - Ve... Sabes...? Ellos dos tienen métodos muy parecidos... La doctora Edelstein una vez me hizo limpiar los pasillos a cambio de que no tomara mis medicinas...

¡Oh Dios! ¡Levantó el culo de la silla! Me tuve que dar vuelta para verla la cara. Okay, ahora se venía la cagada a pedos. Para mi sorpresa no fue así. O sea, sí lo fue, pero fue sutil. Ey, ¡Yo no cambio bolsas de residuos! Apreté mis labios como si los contuviera para que no salga ningún insulto. Lo próximo que dijo me paralizó por un momento: “Salude a mi hermana de mi parte... la señorita Richelle... la dueña del hospital...” Okay… menos mal que no lo había insultado antes porque sino ahí sí la hubiera cagado. No reparé en que me dijo que sería su ayudante hasta que caminé unos pasos más… mierda… bueno, podría ser peor… creo.

Feliciano estaba muy emocionado por salir del lugar. ¿Haría cuánto estaría encerrado allí como metido en una cárcel? Asentí a lo que dijo. Podríamos parar y comprar algo de comer. Yo me estaba muriendo de hambre y él también. Gana él, gano yo, todos contentos. Y nadie se entera en el hospital. De todas maneras no estaría mal recompensarlo por su buen comportamiento, lo que me recordaba que tenía que comprarle dulces. Lo escuché despedirse del doctor y no hice referencia alguna. –A mí podés decirme Tincho- le contesté con una sonrisa –Así me dicen mis amigos-

Me contó luego los métodos de los doctores. Él estaba muy contento por haber tenido que limpiar en vez de tomar su mediación. Claro… siempre buscando la forma cagar a la gente esos doctores. No le dije nada, a él no le correspondía limpiar, pero se veía contento con eso y no le quise pinchar el globo. Sólo le sonreí. –Realmente odias tus medicinas, ¿No es cierto?- le comenté.

Caminamos entonces por la calle y decidí detenerme en un almacén. Compré pastas como él me había pedido y en un momento de distracción compre unos cuántos dulces para darle luego. Se los daría una vez estemos en el departamento.

Off: Doy final a la línea de aquí, y abro tema en el depa de Roderich.
Roderich, ahora me debes tema con mi hermano :'D
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Chincho, seguimos aquí: Terapia~ [Privado Martín]

Ok! Después creo el post!