Terapia~ [Privado Martín][R+18]

Comienza a molestarle el hecho de estar de espaldas a Martín. Que lata, así no podía abrazarlo por toda esa dulzura con la que llenaba sus oidos. Era un gesto muy lindo que se preocupara por él, que no quiera lastimarlo...

Se siente muy bien el que lo penetre despacio. Puede sentirlo completo, y es una sensación muy agradable y placentera. Gime alto e intenso ante cada embestida, pero por puro placer. Y por algún motivo, le encantaba escuchar su nombre pronunciado de esa manera en boca del rubio.

Se aferra con un brazo al de Martín, ya que es lo más parecido a un abrazo que él también puede ofrecerle. Estúpida posición. Él quiere abrazarlo y besarlo, y así no se puede. Bueno, será que no se puede hacer de frente (?)

-Martín... Ahm... Martín... Así me gusta mucho... Me gusta... - gime alto, confirmando sus propias palabras entre cortadas. Es entonces cuando siente al argentino corriendose dentro suyo... Aunque él no sabe exactamente lo que es, sólo que se siente bien. Dios, todo se siente bien. Además ahora estaba masturbandolo con más intensidad. Ya no podía aguantarlo, ya era definitivo.

Se corre sin más en la mano del rubio, y salpicando también un poco la puertita de la mesada dónde estaba apoyado, acompañado por un último gemido, quedandose con el pecho y la mejilla recostados en el mármol recuperando el aliento.

- M-Martín... - Murmura un poco, cerrando los ojitos - ... Tengo sueño... ve...- Pronuncia, respirando profundo, volviendo su ritmo pulmonar (?) a la normalidad de a poco.

Muy pocas veces había tenido un sexo tan dulce y suave como el que estaba teniendo con Feli. Bue, si hubiera sido por mí lo hubiera roto todo… menos mal que me dijo que pare en un momento porque realmente no quería lastimar a este italiano lindo.

Se aferró a mi brazo mientras lo embestía lenta pero intensamente y lo siguiente que oí me volvió loco: la manera en que gemía, ahora claramente en puro placer y decía mi nombre, y que lo que le hacía le gustaba. Sí… obviamente le iba a gustar, se lo dije. Pero que me lo dijera era una manera de reafirmármelo y me encantaba.

Fue entonces cuando me corrí con fuerza dentro de él pero no dejé de masturbarlo y eventualmente el veneciano se corrió en mi mano llenándome de sus fluidos y luego se recostó sobre el mármol de la mesada, cansado e intentando recuperar el aliento.

En la calentura del momento, llevé mi mano a mi boca y lamí sus fluidos sintiendo su sabor en mi paladar. Mi italiano era delicioso en todos los sentidos. Sentí luego que murmuraba diciendo que tenía sueño. Saqué mi pene de su colita –ya era hora- y me incliné un poco sobre él besándole la espalda y el cuello. Luego lo hice ponerse de pie de nuevo y ahora de frente conmigo lo besé tiernamente en la boca. –Vení, tengo una idea-Dudando de que el chaboncito pudiera mantenerse mucho en pie, lo levanté en brazos. –Aferrate a mi cuello- le sonreí y volví a besarlo mientras caminé hacia el baño.

Esperaba que pudiera hacer lo que quería hacer. No sabía si el idiota de Edelsetein tenía una bañera. Abrí la puerta y la vi allí, esperándonos. “Oh Sí!” pensé al instante. Lo puse en el piso -¿Vamos a bañarnos juntos? ¿Querés?- le pregunté mirando a sus ojitos lindos y pellizcando muy levemente su mejilla antes de besarla con muchos besitos chiquitos.

Abrí las canillas y me aseguré de que el agua saliera de una temperatura perfecta. Cuando la bañera estuvo lista fui hacia mi Italiano lindo, le tomé de la mano e hice que se aproximara. Lo besé y le sonreí, luego me metí a la bañera. Lo miré entonces y le abrí los bracitos en su dirección, abriendo y cerrando los deditos de las manos para que se metiera. –Vení… metete conmigo. Te podés acostar en mi pecho si querés- dije sin dejar de sonreírle.

Su traserito por fin tiene paz una vez que el argentino se sale de él. Le arde un poquito, pero no es nada grave. Por lo demás, está todo relajado y con sueño. Sonríe feliz al sentir los besos del rubio sobre su espalda, siempre tan dulces y suaves.

Al darse la vuelva, el argentino lo besa. No le gusta el sabor que tiene, pero aún así se aferra al cuello del chico, unos segundos antes de que éste pudiera ordenarselo. Se abraza a él también con las piernas, una forma de compensar lo que no lo había abrazado antes. Pero a la hora de volver a besarlo se separa - Ve... Martín... Tienes feo gusto... - Le dice con muy poca delicadeza, para luego besarle la mejilla y un poquito el cuello y hombros, dejandose llevar a quien sabe donde.

Se aferra fuerte, ya que es conciente de que, a pesar de ser débil, es un poco pesado, más allá de su apariencia física.

Cuando sus pies vuelven a tocar el suelo, muy en contra de su voluntad ya que quiere seguir abrazado al argentino, se da cuenta que está en el baño. Asiente con mirada iluminada y sonriendo con el pellizquito en su mejilla. Un rico baño suena genial.

Espera paciente a que Martín terminara de llenar la bañera, y ya cuando el chico está allí, se mete, recostandose sobre el pecho del mayor y llenandoselo de besos.

- Vee! Hace mucho que no me baño así con alguien... En el hospital sólo hay duchas y no puedes bañarte así de cómodo... - Le dice, mientras busca a tientas un jabón.

Al poco tiempo de estar así pegado al argentino, busca darse la vuelta, dándole la espalda para poder enjabonarse más cómodamente, haciendolo también sobre las partes del cuerpo del rubio que tenía cerca (piernas y brazos).

Al finalizar su higiene, se pone de pie y mira al rededor. - Veee! Tengo frío! - Dice, volviendo a sumergirse en la calidez del agua y cuerpo del mayor - No voy a poder salir de aquí nunca! O por lo menos hasta que sea verano! Martíiin, veee! - Se abraza al enfermero, lloriqueando un poco.

Me dijo tener gusto feo y separó sus labios de los míos. Fruncí el ceño por un segundo pero luego me di cuenta por qué había sido. Bueno, es que estaba un poco loco con el tema del orgasmo y todo eso. Entonces antes de meterme a la ducha me enjuagué la boca lo mejor que pude. Hasta comí un dulce para que se vaya el sabor ya que quería seguir besándolo.

Nos metimos luego a la bañera y suspiré cuando llenó mi pecho de besos, dedicándole una sonrisa. –Por supuesto, no hay bañeras en el hospital. Qué bueno que estés cómodo Feli- dije acariciándole el pelo. Luego tomó el jabón y lavó nuestros cuerpos. Lo secundé ayudándolo a él con su espalda hermosa en la cual planté algunos besos luego de enjuagarla.

Nos terminamos de bañar y el italiano se puso de pie, para luego volver al agua inmediatamente diciendo que tenía frío. Lo abracé y reí. –Tranquilo. Saldremos abrazados juntos y así no vas a tener frío ¿Está bien? Mirá- agarré la bolsa de dulces que había puesto a un costado de la tina y le di uno en la boca. –Están muy ricos- agregué luego de comerme uno. En ese momento acaricié su rostro y volví a besarlo múltiples veces en esos ricos labios. –Vos también sos rico. Me gustan mucho tus besos- me ruboricé, le sonreí y lo besé un poco más profundo.

Okay, mejor paraba ahí mismo porque sino me iba a excitar y lo iba a empernar otra vez. Sin embargo me quedé abrazándolo. Me gustaba abrazarlo. Feli era abrazable (?). Pero lamentablemente llegó el momento en que teníamos que salir de allí. Entonces tomé un toallón y lo hice a Feli levantarse estando abrazado a mí, e instantáneamente lo cubrí con el toallón. Yo estaba desnudo pero podría secarme luego de que Feli terminara de usar el toallón y se pusiera sus ropas.

-Bueno, ahora nos queda terminar de limpiar un poco y alimentar al gato. Vos podés alimentarlo mientras yo doy los últimos toques a la casa. Ah… también tengo que llevarle el traje al tipo este…- dije esa última frase algo pensativo. –Bueno, ¿Manos a la obra?- entonces fuimos a la cocina en donde habíamos dejado nuestras ropas y nos vestimos. –Che, Feli- le dije antes de que nos pusiéramos a hacer las cosas. Lo acerqué y lo volví a besar profundamente, terminando con una caricia antes de separarnos otra vez. Comencé entonces a limpiar lo que quedaba de la casa. Una leve sonrisa se esbozó en mis labios cuando vi que el Veneciano había manchado la puertita de la mesada con su semen.

Luego de una buena enjabonada y enjuagada, y después de berrinchear porque tenía frío, Martín logra convencer a Feliciano de una manera viable para salir del agua. Sip. Estar los dos juntos y pegaditos era buena idea. Y además... ¡Volvieron los dulces!

Abre su boquita, dejando que el argentino lo alimente, para abrazarlo por el gesto y darle muchos besos. - Ve! A mi me gustan mucho tus besos también! Excepto los de antes... No vuelvas a besarme así, ve... - Pide, inflando un cachete, mirandolo con los ojitos abiertos y frunciendo un poco el ceño en señal de que el recuerdo no es grato, dándole un aspecto un poco más infantil del que normalmente muestra. Aunque luego sonríe a la hora de corresponder al beso del mayor, pero luego se detiene - Ve... Ya no hay más besos...? - Pregunta un poco decepcionado, saliendo de la bañera junto con el otro.

Se seca rápido una vez que están en la cocina, vuelve a ponerse su ropa. Mira al rededor, pensando por donde continuar, ya que la casa estaba un poco sucia, pero entonces Martín lo distrae. - Ve...? Yo le doy de comer? Wai! Dónde estará~? - pregunta más para si mismo, revisando las alacenas buscando algo de alimento para el minino. Y una vez encontrado, buscando un recipiente dónde darle de comer.

-Vee! Gatito Edelstein~ Wo bist du? - Pregunta en alemán, calculando que si el gato es austriaco, comprendería mejor ese idioma.

Suspira un poco frustrado al no encontrarlo, por lo que decide dejar el platito con comida en el suelo de la cocina, junto con un poco de agua. - Ve... En serio quería ver al gato del doctor Edelstein. Viendolo a él, seguramente es un gato pomposo y suave, ve~ - dice a la vez que se imagina acariciando al animal. Los gatos son tan lindos.

- Kitty, verließ ich das Essen in der Küche, ve~ - vuelve a decir en alemán cuando ya por fin están yendose. Una lástima. No quería volver al hospital, lleno de enfermos, doctores siniestros, medicinas y demás... Bueno, pero si todo iba bien... La próxima vez volverían a salir por órden médica.

Me había encantado estar en la bañera con él y no quería salir pero si tardábamos tanto –o sea, más- nos iban a regañar –ME iban a regañar-. Así que más me valía poner manos a la obra. Aunque lo miraba a Feli y me ponía loco. Le quería comer la boca. Me reí cuando hizo el gesto de disgusto al darle ese beso luego de que… bueno, de que me llevé su semen a mi boca. No tendría que hacerlo más entonces.

Nos pusimos luego a terminar de limpiar y buscar el bendito gato de Edelstein. Dicen que las mascotas se parecen a sus dueños. Qué gato horroroso que sería. Ayudé a Feli a buscarlo pero no tuvimos éxito. En un momento le escuché hablar… ¿Alemán? A gatas que entendía el portugués. -¿Sabés idiomas Feli?- le pregunté mientras buscábamos.

Eventualmente dejamos de buscar. Ya aparecería ese gato choto y comería lo que le dejamos. Que no joda el doctor ese. “Enfermero” me decía. Qué odio. Forro. Nos tuvimos que ir y realmente no quería. Tomé el bendito traje que Edelstein me dijo que le llevara y antes de salir le di unos besos más al italiano. –Siempre habrá más besos- le susurré con una sonrisa.

Salimos entonces y en el camino le fui diciendo en voz baja –Feli… esto que hicimos los dos… no lo puede saber nadie en el hospital porque podría traerme problemas. Podrían cambiarme de sector o despedirme y no quiero porque… porque yo quiero seguir viéndote…- admití con mis mejillas sonrojadas. Giré mi cabeza y lo miré a los ojitos para ver si entendía.

Durante su búsqueda, asiente a la pregunta de Martín - Ve! Sí! Mi abuelo me enseñó... - Le dice sonriendo - Además con él viajábamos mucho, por lo menos antes de que mi hermano enfermara... ve... - Se pone un poco triste con el recuerdo, pero luego se le viene a la mente los momendos donde el mayor se cortaba, por lo que se aferra al argentino, agitando la cabeza para quitar esa imagen de su cabeza.

Antes de terminar de salir del edificio, se cuelga al cuello del rubio para besarlo y salir caminando con carita feliz. Pero luego en el camino vuelve a entristecerse.

-Ve... Pero... - Lo mira con carita triste - No es justo... Yo te quiero mucho, ve... Y también quiero seguir viendote... -Se le aferra al brazo, haciendo puchero - Pero no es justo que no pueda decirle a los demás...

En el trayecto de vuelta, Feli ya había llorado y pataleado por no querer entrar nuevamente en el hospital. No era justo estar en un lugar dónde no podía decirle a la gente que había tenido un momento romántico con la persona que le gustaba... Además de todas las cosas que no le gustaban...

-Tu abuelo parece ser una persona muy inteligente y sabia- le sonreí. Me dijo luego que su hermano había enfermado y pareció ponerse realmente triste por eso. De hecho se aferró a mi brazo y agitó la cabeza como si recordar eso le hiciera mal. Lo abracé y acaricié sus cabellos decidiendo no decir mucho más que un simple –Tranquilo, hermoso. Seguro se recuperará rápido- y le sonreí nuevamente para que se tranquilice.

Nos besamos luego y lo abracé fuerte. Ese chico necesitaba mucho amor y como había pensado anteriormente en el hospital no se lo dan. Entonces yo le daría un poco de amor. Sí, además de que me lo quería voltear de nuevo pero bueno, ya tendremos otra oportunidad.

Me miró luego con carita triste y me dijo que… que me quería mucho. Me quedé algo desconcertado por un momento pero luego comprendí que siendo como era él era algo normal que lo dijera. Recordé cuando abrazó a Edelstein. Dios, qué asco. –Lo sé Feli pero si dices algo eso pondría en riesgo mi estadía en el hospital y los doctores me verían mal- dije algo triste mirando al suelo –No es que me importe mucho- confesé encogiéndome de hombros –Pero si me llegan a echar no te voy a poder ver más y…- me acerqué a su oído –Y todavía tengo muchos besos para darte- y luego besé su mejilla cálidamente.

Se puso algo más complicado antes de entrar al hospital pero tal y como había hecho en el consultorio le acaricié los brazos y le dije que todo estaría bien. –Si te parece bien te voy a ir a ver todos los días a tu habitación y te llevo un caramelo ¿Querés?- le guiñé un ojo mientras caminábamos ya por los pasillos.

Por fin habían llegado al hospital, muy a su pesar. Estaba triste y chinchudo. Es que no era justo, de ninguna manera y bajo ningún punto de vista. El en serio quería compartir con alguien lo bien que lo había pasado con Martín, lo dulce que había sido (a pesar de hacerlo doler un poco).

Aún así, si el chico decía que podría salir perjudicado... Mejor guardar el secreto. Tampoco es como si no quisiera volver a verlo sólo porque tenía que hablar del asunto con alguien. Quizás... Podría buscar a su hermano y contarselo a él. Seguramente no diría nada, Lovino era una persona confiable.

En el camino por el pasillo, se muestra algo reacio a ir a su habitacion y... ¿Por qué negarlo? Hace un berrinche bastante parecido al que había montado al principio, pero esta vez fue calmado con más rapidez. El enfermero le aprendía las mañas rápido.

-Vee! - Exclama feliz, colgandosele al cuello y besando su mejilla una vez que están caminando por los pasillos. - Claro que sí. Quiero que me traigas dulces todos los días y que me hagas compañía! - Camina hasta su habitación, tomando de la mano al rubio.

En la puerta de su habitación lo mira unos momentos - Ve... Alguna vez te quedarás en la noche, Martín...? - Pregunta mirandolo a los ojos - A mi no me gusta pasar la noche solo... Es oscuro y... y... a veces... - Duda unos momentos si seguir hablando. Una cosa es estar en el hospital por bipolaridad y fobias, y otra cosa era que el chico pensara que estaba realmente loco. Decide entonces callar y negar con la cabeza- Sólo me da un poco de miedo, ve... - Concluye, volviendo a abrazarlo. Porque, vamos, hacer eso no estaba mal. Feliciano era bien conocido en el hospital por abrazar a todo ser que le cayera bien.

Me hizo un poco de berrinche mientras caminábamos por el pasillo pero logré calmarlo rápidamente. Cuando le comenté mi idea de verlo y llevarle caramelos le encantó y se me colgó al cuello y besó mi mejilla. Sonreí –¡Tranquilo Feli me vas a matar!- le dije entre risas –Por supuesto, te voy a ir a ver todos los días- le dediqué una mirada dulce y luego dejé que tomara mi mano hasta llegar a su habitación.

Una vez en la puerta de la habitación nos dedicamos unas miradas tiernas el uno al otro y me preguntó si alguna vez me quedaría con él a la noche. Parecía que tenía miedo a algo. Quizás a la oscuridad. Quizás se imaginaba cosas. ¿Lo dejarían dormir con la luz prendida? Lo dudaba. –Seguramente me toque hacer guardias algunas veces a la semana. Ni bien me toque te aviso y me quedo con vos toda la noche- Abrí la puerta para que nos metiéramos en la habitación –tenía que asegurarme de que se meta y no se ande queriendo escapar-, pero aproveché la situación y cerré la puerta un momento.

Lo tomé de su barbilla y le di un largo beso, abrazándolo luego por la cintura. –Para que te acuerdes de mí- le guiñé un ojo y planté otro cálido beso en su mejilla. –Nos vemos veneciano hermoso- y así salí de la habitación cerrando la puerta detrás de mí. Puta… ahora tenía que laburar…