Cuando no hay a quien molestar [Priv. Gilbo]

Infló las mejillas un poco, aun pataleando sobre la camilla vacía –ante la vista de cualquier persona-. El tráfico del hospital iba demasiado lento para su gusto, y la presencia de tan pocos niños a los cuales molestar le tenía los nervios más que crispados. No sabía que hacer, ni a quien molestar, lo único que había de claro en su pequeña cabecita era que si no hacía gritar a alguien pronto, sería él quien alzaría la voz en tres octavas. ¡El día era un aburrimiento total!

Sin embargo no había mucho que hacer. La molesta directora ya le había advertido que si volvía a encontrarlo molestando a los pacientes lo absorbería con una aspiradora. No era que le tuviese miedo a eso, la pura idea sonaba ridícula… Pero la cara de la mujer era lo suficientemente amenazadora como para que deseara cuidar un poco su pobre persona –o ectoplasma, valga la redundancia-.

— Maldita anciana… —berrinchó, dejando caer un aparato de la presión que había al lado de la mesita de noche en la camilla—. ¿Quién mierda se cree que es para amenazarme a mi? ¡Yo debería ser el director de este jodido hospital! ¡No ella!

Fastidio. Esa era la palabra que describía la cara del albino, que en esos momentos se encontraba bagando por el hospital sin nadas que hacer...¿Como diablos era eso posible? El era un doctor...¡ Y se supone que son las personas mas ocupadas del mundo! Pero ¡NO! Ese día había estado en su consultorio esperando la llegada de alguien, pero pasaron las horas y nadie fue a tomar consulta. Estaba tan aburrido que decidió ir a husmear por todo el lugar e incluso había tomado una silla con ruedas y se había puesto a deslizarse por los pasillos como todo un infante aburrido e inquieto...Francamente sabia que lo regañarían, tal vez esa enfermera húngara que golpeaba a su asombrosa persona en la cabeza o incluso podía toparse con la mirada inquisidora de la directora, pero sabia que lo perdonaría y solo le daría una advertencia.
Despues de todo el era Ore-sama.
Mientras daba vueltas con la silla y se impulsaba por los pasillos cada vez mas con los pies para tomar velocidad dio un giro brusco y termino chocando con la puerta de una habitación de algún condenado paciente... debido a que la puerta no estaba cerrada atravesó la habitación hasta golpearse con la camilla que ahí se encontraba.
Se había caído de la maldita silla y se hallaba en el suelo, sobándose la cabeza y con la vista un poco borrosa pudo percibir a alguien encima de la camilla...pero solo podía ver su silueta- L-lo siento...no quise molestarte- refunfuño un poco adolorido "Esta es la impresión que doy a mis pacientes..." pensó divertido y soltando un par de risitas.

Sus reclamos eran muchos, la rabia mucha más, y no estaba prestando atención a nada que no fueran sus no tan lindos pensamientos acerca de como deshacerse de la molesta directora del hospital. Fue entonces cuando un repentino estruendo le sacó de sus pensamientos, al punto que tuvo que apoyar sus manos en el borde de la camilla para saber quien era el intruso. Parpadeó. Un médico de rasgos albinos –¿Era una broma?- acababa de azotarse contra la cama, y él solo podía mirarlo como si se hubiese topado con la cosa más extraña del mundo. Maldijo una vez más a Richelle ¡Estaba llenando su lindo hospital de doctores que chocaban con cosas!... Bien, no, exageraba… ¡¿Pero quien le aseguraba que no?!

Al final optó por ponerse de pie, llevando una mano a revolver su alborotado cabello, sin apartar su mirada— ¿Está bien? —pregunta a pesar de todo, teniéndole una mano al hombre. No entiende como alguien tan torpe llegó a trabajar en su hospital… pero no ha de quejarse—. Debería tener más cuidado doctor… —alargó como en un regaño, esperando a ver si el otro le aceptaba.

Spoiler:

Con la vista ya mas clara observo al muchacho que se encontraba enfrente, era ojirojo...como el. El albino se quedo perplejo un momento, pero volvió a la realidad tomando la mano del menor-Estoy bien,gracias...-espeto mientras se levantaba del suelo y recojia la silla tirada a su lado, que por algún milagro, no estaba rota.
Volvió la vista y tomo una tablilla con información que se encontraba sobre la repisa al lado de la camilla-Tendré mas cuidado, tenlo por seguro, no quiero molestar a ningún paciente-sonriendole se sentó en la silla y continuo-Ya que no he tenido ningún paciente hoy ¿te gustaría un poco de compañía? puedes desahogarte todo lo que quieras conmigo- dijo en un tono divertido.

Spoiler:

— Ah... tampoco es como si hubiese sido su culpa~ —dijo en una pequeña risita, en un claro tono de burla, separando de repente su vista del adulto, no le gustaba quedarse pegado mirando algo por mucho tiempo.

Se montró otra vez sobre la camilla, mirando al adulto claramente interesado, meneando las piernas como en un columpio. Bien, daba igual si el médico era en especial incompetente... le había echo reír con su caída, y eso sumaba un punto a favor con él. No iba a lanzarle cosas~ ... por el momento—. Oh... ¿Descargarme? ¿Es acaso masoquista usted? —su cabeza se fue a un lado, como si estuviese curioso de saber la respuesta. A pesar de su maleducada boca, a Deak no es fácil que le entren las cosas a la cabeza, suele preguntar lo mismo una y otra vez... pero eso solo forma parte de su encanto natural.

Spoiler:

Este paciente desconocido si que era raro... ¿Acaso se le estaba insinuando ? Tal vez era su imaginación.
-Por supuesto que no lo soy...por lo menos no siempre- termino con una risa irónica- No me refería a lo que sea que estés pensando, me refiero a hablar- tomo asiento mas cerca- A menos que tu quieras ese tipo de desquite, aunque no es mi estilo hacer eso con los pacientes- rió aun mas fuerte de lo que lo había hecho anteriormente, seguiría bromeando hasta cansarse, aquel chico parecía no importarle las estupideces que salían de su boca.
Le agradaba el humor del menor y gracias a eso pensaba quedarse mas tiempo junto a el, estaba ya muy aburrido de no tener trabajo que hacer ese día.