Descansa en paz. [libre]

Si hay algo que no está bien, es huir de los deberes... Pero recurriendo a un vacío legal, la noruega no estaba incumpliendo nada. Sólo se estaba tomando un tiempo entre consultas para descansar un poco. ¿Y qué mejor lugar para un buen descanso que la morgue? Solitario, con la única compañía de aquellos pobres cuerpos que alguna vez recorrieron alegremente (o no) la tierra. Y por sobre todas las cosas: Callados. Muy callados, sin causar ningún tipo de molestia. Eso era genial, más luego de pasar tanto tiempo entre un montón de gente quejosa e histérica. Además, el estrés le estaba destruyendo los nervios, como si las cantidades industriales de café que bebía para mantenerse en pie no fueran suficiente. Entre la cantidad de horas de estudios a las que se dedicaba, sumándole la cantidad de tiempo que se tomaba en el hospital, realmente sabía que era milagroso no estar aún junto a los pacientes del área de psiquiatría.

No le importa el olor a sangre y a muerto que hay en el lugar... Cosa buena, dada la carrera que había elegido. Nada más problemático que ser doctor sufriendo de hemofobia. Aunque hay que darles mérito a aquellos que la sufren, y aún así siguen trabajando en el hospital. Se va a un rincón bastante fresco, junto a una camilla con un fallecido. Se siente genial, a pesar del finado, le hace recordar a su hogar. Aunque en realidad no cree que haya nada bueno que recordar de ahí, el clima frío le es muy agradable.

Cierra los ojos, relajándose. Esperando que el hecho de estar rodeada de muertos sea suficiente para que nadie venga a perturbar su paz.

Genial. Simplemente, genial. Si ella siempre se mantenía trabajando dentro del hospital, a algo se debía, ¿no? No era tan difícil de entender. Pero no, ahí estaba ella, caminando a paso enojado por el camino que llevaba directamente a la morgue. El asunto no era que le diera miedo el lugar o que le tuviera pavor a los cadáveres. Nada de eso. Si así fuera, en primer lugar nunca habría elegido esa profesión. Pero ella prefería no tener que lidiar con el hedor que muchas veces despedía el edificio, o las malas vibras que un lugar lleno de muertos le transmitía.

Suspiró y observó de reojo la carpeta llena de perfiles vacíos en su mano. Era solo cuestión de llenarlos con las informaciones de los nuevos cuerpos y salir de ahí, de vuelta a la calidez de la zona infantil del hospital.

Empujó la gran puerta metálica y volvió a cerrarla con rapidez, percatándose al instante de la diferencia entre el cálido y suave viento de afuera y el aire tupido y frio de ahí dentro. Volvió a suspirar y se encaminó hasta los archivos, poniendo toda su atención en los objetos hasta que algo en el rabillo del ojo le llamó la atención. Ese color amarillo estaba un poco fuera de lugar en un sitio como la morgue. Se giró hacia la esquina y observo a la chica de los ojos cerrados, claramente no un cadáver, con curiosidad. Le parecía reconocerla, pero probablemente nunca se había detenido a hablar con ella.

— Oh, no me parecía que hubiese alguien más aquí. ¿Te sientes bien?

Se va quedando dormida de a poco, pero aparentemente al personal del hospital se le ocurrió que era buen momento de comprobar el stock de muertos justo cuando ella quiere estar a solas. La puerta que había escuchado abrirse y luego cerrarse era un claro indicio de ello. Aunque no faltaba el paciente hiperactivo que se le daba por recorrer los edificios con tal de no tomar sus medicinas o evitar una inyección.

Siente como le hablan, es una mujer, o quizás un hombre con una voz muy afeminada. Pero prefiere aferrarse a la primera idea. Abre los ojos con aparente desgano, llevando la vista a la persona que se dirigía a ella. Si, era mujer, y sí, era parte del personal. Dos puntos para Erika.

Asiente a las palabras de la chica. Mal no se sentía. Sólo un poco agotada psicológicamente. Se pone de pie, se sacude un poco la ropa y la mira.

- Estoy bien... Sólo buscaba un lugar donde descansar. - sopesa el hecho de terminar la frase con un "en solitario", pero la enfermera no parece merecedora de palabras tan cortantes. Cruza los brazos sobre el cadáver que no cumplió con su función de escondela, apoyando luego su cabeza. Si el forense oficial bailaba con los muertos, ella podía usarlos a modo de almohada. - Quizás me quede aquí haciendo algunas prácticas... - dice más para sí, que para la otra chica. - ¿Necesitas ayuda o algo...?

Asintió al escuchar la explicación de la que ahora podía reconocer como doctora, aunque su nombre no le llegase. Comprendía lo que era querer estar sola por algunos momentos, alejarse un poco de las responsabilidades por un momento y volver a ser una chiquilla sin preocupaciones por un instante. Comenzó a sentirse un poco mal al notar que la había interrumpido, pero como ella le ofreció ayuda al minuto siguiente, la húngara sonrió.

— Tengo que llenar los expedientes de los nuevos cadáveres… en cuanto encuentre la documentación — dijo riendo un poco y abriendo el archivo más cercano, rebuscando en estos los nombres que tenía en la carpeta —. No es un trabajo muy placentero, pero con un par de manos extra podría terminar rápido y volver a dejarte a solas.

Volvió a sonreír, más para sí misma que para la otra, y estuvo a punto de gritar Eureka cuando al fin encontró la información de uno de los cuerpos. Se giró para dirigirse al escritorio y detuvo su mirada en el cadáver de un muchacho bastante joven, sin nada que cubriera el cuerpo y sin ninguna aparente imperfección. Se imaginó que probamente era popular entre las chicas o chicos, con todas esas ventajas que la belleza física te otorga. Era una lástima que se perdieran vidas tan jóvenes por un comentario burlón o por simple falta de educación y recursos.

— ¿Cuál es tu área? — le preguntó a la rubia mientras se sentaba frente al escritorio, mas para sacarse el tema de la cabeza que por verdadera curiosidad.

Asiente a las palabras de la recién llegada. La verdad todo el papeleo era la parte más fastidiosa de los trabajos. Era prácticamente vivir rodeada de papelerío, desde el momento en que naces, haciéndote la documentación necesaria, hasta el que mueres, con el certificado de defunción.

En seguida se separó del frío cuerpo al cual casi abrazaba y se dirigió a los archivadores siguientes. Era una suerte que en lo que iba del mes no hubieran ingresado demasiados cadáveres.

No era tarea muy difícil, le agradaba bastante estar en aquel lugar, charlando con los muertos. Secreto que nadie debía saber. Además el tiempo que pasaba ahí, la ayudaban a reconocer con facilidad cueros y expedientes.

Si sus músculos faciales se lo permitieran, hubiera sonreído con el comentario de la enfermera. Le gustaba el hecho de no tener que utilizar demasiadas palabras para ser comprendida.

Ve la sonrisa de la enfermera, por lo que se acercó junto a ella a revisar al muerto. Cuerpo, rostro y piel perfectas, e incluso en su posición de cadáver con cierto aire de superioridad. Un chico bonito que seguramente se abusaba de su belleza para conseguir lo que quisiera, probablemente gay, pero eso ya lo terminaría de descubrir en la autopsia, junto con la causa de su muerte.

Es sacada de su análisis visual cuando escucha a su acompañante, que ya estaba acomodandose para pasar a hacer el papeleo.

-Medicina general... Y... Cirugía general,,, y... prácticas forenses... - Va recitando, a medida que va recordando los exámenes que tendrá que dar en unas semanas. - Aún sigo estudiando, pero mis notas y mis prácticas me permiten trabajar aquí. - Se gira, yendo a los archivos, buscando los expedientes de otro de los nuevos, para acelerar la tarea- Aunque también culpo a mi suerte por la falta de personal. - Concluye, encontrando por fin ese nuevo archivo desconocido, y tomando asiento frente a la enfermera.